Artículo de opinión sobre nacionalismos

Próxima parada, Albacete | Regional Cataluña-Andalucía

Miguel Ventayol

Apenas  a un 1,3 % de los españoles les interesa el nacionalismo, supongo que el mismo porcentaje de personas que viven en esas zonas donde histórica y geográficamente, se preocupan por estos temas; no como en la provincia de Albacete donde nunca, nunca, nunca se ha hablado de separación ni independencia (¿o le estaré dando una «patadica» a la Historia?).

Aunque eso sí, el 10 % de los españoles consultados por el Gobierno Central quieren comunidades autónomas independientes, lo cual es significativo en sí mismo. Poco, un 10 % pero a tenerlo en cuenta.

Me delata mi apelllido, ¡qué le vamos a hacer! Si lo pones en Google, le tienes que dar al traductor, a no ser que hables catalán en la intimidad como Aznar. Como a cualquiera, el árbol genealógico y las raíces nos dejan en mal lugar cuando levantamos un poco la voz.

Estos meses, presa del pánico como me encontraba al leer ciertos medios de comunicación, decidí ponerme en contacto con mi familia del otro lado del Ebro.

Leo en la prensa que Cataluña se quiere ir de España, pero que en Madrid no lo van a permitir.

Me entran los siete males, me da el miedo pavoroso porque yo casi no sé ni de dónde soy: «manchegurrio» de Villarrobledo, manchego de Albacete, valenciano, catalán. Llevaba desde el año 2012 mirando mi viejo Atlas del colegio, apenado ante la idea de que un poco más allá de Castellón se abriera la tierra como en un terremoto. ¡Cosas más raras pasan en España!

¿Qué pasaría con la autopista de pago? ¿Qué pasaría con la playa y los chiringuitos? ¿Qué pasaría con mi familia?

¿Dónde empezaría el corte, en Vinaroz, en San Carlos de la Rápita, en Ulldacona? Y si bajando, bajando, llega a Almansa la fiebre, ¡mucho cuidado! Sé de buena tinta que en pueblos de Valencia, valenciano parlantes de toda la vida, ahora gobernados por el PP, tienen un miedo tremendo a las malas noticias que llegan desde Cataluña.

¡Mira si un día soy del Albacete Basket y al día siguiente del Joventut de Badalona!

Esa es la idea que no paraba de leer, de escuchar, de interiorizar.

Me apenaba la idea de perder mis raíces y verme obligado a renunciar a apellido, historia, raíces, sangre, ¡aficiones deportivas! Un problema para mí y para los miles de albaceteños catalanes o catalanoalbaceteños, ¿cómo subir, cómo bajar? De eso no dicen nada los periódicos bienintencionados.

Pero si estamos en plena temporada alta, qué disparate.

Porque no nos engañemos: si la tierra se abre, ¡qué vamos a hacer!

Yo que tengo el corazón medio allí medio allí. Yo que tengo los pies y las piernas medio allí, medio aquí.

Entonces llamé a la vieja casa familiar de mis bisabuelos y me contestaron en catalán sonriente que allí siempre habría un hueco para mí y para mi familia, porque el partido del Gobierno, nada sospechoso de ser de izquierdas o revolucionario, tenía preparado un documento oficial asegurando que permitirían un cupo de emigrantes de España. Quien quisiera podría volver. ¡Qué gran alivio!

Me alegré tanto que no pude evitar reír.

Podría disfrutar de la gastronomía, de la geografía, de los ríos y los mares, de la música, de la cultura, de los edificios, de la gente, de la gente, de las personas bienintencionadas, no de esas sinvergüenzas que juegan con nosotros y nos engañan. Podría disfrutar de la cultura, de la gente, de la música, de la gente, de las calles, del arte, de la gente.

Yo dije a mi familia de sangre que propondría una idea similar al partido que manda en mi ciudad, mi provincia y mi región, un partido nada sospechoso de ser rupturista o independentista, ni siquiera progresista o de izquierdas. 

La intención de mi propuesta es permitir la vuelta a aquellas personas que por historia, economía o carencias varias, hayan tenido que volar al noreste de España, salvando y saltando la grieta abierta en la tierra. Una grieta que empieza allá donde diga, donde diga, donde diga…

Porque no lo olvidemos, en esta, como en tantas otras noticias; en este, como en tantos otros asuntos, lo importante son las personas. Los manchegos de Mataró, los serranos de Castellar, los de Nerpio, los de Yeste, los roblenses de Malgrat. Los rodenses del Masnou, los minayeros de Casteldefells.

Sólo tienes que preguntarles, a ellos.

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