Oda al sol y al humor manchego

La felicidad en las cosas sencillas de Albacete

Miguel Ventayol

Nos llevan diciendo que hay crisis desde hace un par de años.
Empiezan a decirnos que la crisis está desapareciendo poco a poco, a pesar de los buceadores de contenedores; a pesar de los mendicantes en las puertas de las iglesias y supermercados; a pesar de que tú o yo estemos en paro.

Conozco a tanta gente en paro, conozco a tanta gente que no llega a final de mes y conozco a tanta gente trabajando muy por debajo de sus posibilidades que ha dejado de ser noticia, ni siquiera interesante hablar de ello. Pero conozco tantas historias personales que podría escribir una, dos, tres, siete mil palabras.

No necesitamos que nadie nos diga si hay un brote verde o más afiliación a la Seguridad Social, sólo tenemos que observar nuestro entorno, mirar alrededor.

Pero en la Mancha tenemos tantos dichos como cambios de humor, y uno termina por cansarse de que le digan si las cosas van bien o mal. Es como ver dos películas de Joselito seguidas en Castilla-La Mancha Televisión, ¡bastante penas nos da la vida como para regodearnos encima!

Así que no me extraña que en cualquiera de nuestros pueblos, en cuando el sol se asoma un poquito, las calles se llenan de gente caminando, de gente paseando a sus niños o sus minifaldas nuevas. No me sorprende que las terrazas se llenen de personas que toman una o dos cañas, uno o dos cafés; porque no hay otra manera de hacerlo.

Es posible que los precios hayan bajado, es posible que la competencia se haya cargado decenas de bares y cafeterías pero cualquiera necesita un espacio donde volar un rato, sea con refresco en la mano, sea de la mano de un niño.

Hemos tenido viento y tormentas, ¿quién puede culpar al cambio climático del aire primaveral en la Mancha? No es el cambio climático, no, es el tiempo que tenemos en la Mancha.

¿Qué puedes hacer cuando el tiempo es malo?
Centrarte en las cosas sencillas, si eres una de esas personas sencillas que sabe aprovechar lo bueno, lo mejor de la vida.

¿Es suficiente comerse un polo de hielo o soletilla en una heladería en Almansa, mientras paseas?
Sí.

¿Es posible encontrar a un amigo en la ruta del colesterol y terminar comiendo queso frito?
Sí.

¿Puedes sonreír embobado mirando nubes con formas de colores, imposibles y divertidas según te acercas a las afueras?
Sí.

Las cosas sencillas se encuentran en los sitios más inapropiados. Pero también en los sitios más habituales y cotidianos.

Cuando las encuentres, no dejes que se escapen. Son tuyas, tanto como mías. Las cosas sencillas, cotidianas son extraordinarias y te convierten en una persona gigante.

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