Reforma de la Ley Electoral

«Castilla-La Mancha no es Venezuela»

Felicium

Si un venezolano desconocedor de la actualidad política española se pusiese un día a visualizar los no pocos programas de tertulias políticas o revisase las declaraciones de algunos de nuestros políticos más ilustres (ironía off) seguramente se quedaría sorprendido de la relevancia que tiene su país en las discusiones políticas del nuestro, generalmente para mal. ¿Por qué digo esto? Veámos.

Hace siete años, la hoy Presidenta saliente de Castilla-La Mancha, Dolores (felicidades, por cierto, a sus padres por tan acertado nombre) Cospedal acusaba a José María Barreda de ser Hugo Chávez, ya que quiso cambiar la ley electoral de nuestra región a escaso tiempo de la llamada a las urnas. Cospedal sugería que el PSOE cambiaba de forma unilateral esta ley por miedo a perder las elecciones, y que esto era propio de una «república bananera» e impropio de una democracia consolidada, donde los cambios sustanciales, (y la reforma de la ley electoral, evidentemente, lo es) se deben realizar con un mínimo consenso. ¿Estaba en lo cierto Cospedal? ¿Se podía justificar dicha reforma? ¿Eran bolivarianos los tiempos marcados por el ejecutivo socialista?

Lo cierto es que el reparto de escaños en relación con la población se había quedado obsoleto, así que la reforma de Barreda consistió en dar un escaño más a Guadalajara ya que esta tenía un escaño menos que Cuenca y algo más de población, y además se dio otro escaño a Toledo, que tenía más electores que Ciudad Real pero el mismo número de escaños. Además y debido al revuelo que causó la propuesta de reforma, el gobierno socialista decidió aplazar el cambio electoral para DESPUÉS de las elecciones, es decir, la ciudadanía iría a las urnas sabiendo que si ganaba el PSOE se llevaría a cabo esa reforma electoral. El PSOE ganó y la reforma electoral se llevó a cabo ante la cólera de la hoy Presidenta. Se puede criticar que el PSOE no consensuase con el PP dicha reforma, aunque también es de agradecer que esta se realizase una vez fuese aprobada por las urnas.

En 2011, con esa reforma electoral que llevó el PSOE a ejecución, el PP ganó las elecciones. Cabría pensar que lo lógico, lo que se haría con sentido común, sensibilidad democrática y respeto hacia ti mismo como persona íntegra que se supone debes ser, es que si consideras inadecuada la ley electoral y has criticado anteriormente que ésta se cambiase sin consenso, propongas un encuentro entre ambos partidos, para efectivamente llegar a un acuerdo y dar nacimiento a otra ley electoral. Pero nada más lejos de la realidad, no solo te conviertes en aquello que has criticado, si no que en una desvergüenza sin medida, se propone no solo una reforma de la ley electoral, sino dos reformas en menos de tres años: la primera aumentando los escaños a 53 y la segunda reduciéndolos drásticamente a 33. ¿A qué se puede deber este giro brutal de opinión en tan breve espacio de tiempo si no a la búsqueda de una ley electoral que te beneficie escandalosamente? Y por si fuera poco, ya sin ningún disimulo, lleva a cabo la reforma sin ni siquiera haberla pasado por las urnas y haber obtenido así, al menos, el respaldo ciudadano.

Pero no acaba aquí la cosa; en uno más de los alardes de mentiras sin pudor a los que nos tiene acostumbrados Cospedal, asegura que es una reforma para ahorrar, cuando los diputados autonómicos ya no cobran por hacer su trabajo gracias a otra medida disparatada de esta tediosa señora. Lo único en lo que pretende ahorrar Cospedal es en democracia, en representatividad y en pluralismo político.

Otro engaño más, otra estrategia manipuladora más, otro veneno contra la democracia. «Venezuela», antes de hablar de Venezuela mírese al espejo, Dolores.

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