El PSOE excluye a JS de elegir en los Aytos.

Contradicciones primarias

Jesús Perea

Al PSOE, que es de lo que van estas letras, lo zarandean en estos difíciles momentos fuerzas que ejercen presión en opuestas direcciones.

Son, algunas, fuerzas externas que no dependen enteramente de sus propios movimientos aunque se beneficien de sus indecisiones, como la emergencia de alternativas a izquierda y centro –Podemos o Ciudadanos- que amenazan su caladero de votos; o la propia dinámica política de socios europeos que devalúan la marca del centro izquierda a marchas forzadas, como la deriva de Hollande y Valls en la siempre cercana Francia los desconcertantes datos económicos de la Italia de Renzi, que aún merece algo más de crédito, o la presencia del SPD alemán en una gran coalición con la temida Merkel.

Y, sinceramente, creo que Pedro Sánchez lo está haciendo bien en este terreno, marcando distancias donde debe, y no cediendo al viento tentador del populismo que mejor calienta los oídos en estos tiempos fríos.

Pero otras son, y siempre han estado ahí, fuerzas de carácter interno. Resistencias al cambio basadas en cálculos orgánicos, de equilibrios de poderes que descansan sobre un terreno resbaladizo, hecho de pactos contra natura, lealtades cambiantes y poder territorial. Son las fuerzas orgánicas que cocinan las entrañas del partido, pisan el acelerador o el freno en función de coyunturas y deciden cómo de grande tiene que ser la apertura de un partido que se ha estado desangrando electoralmente en los últimos años.

En ese pulso entre la vida orgánica y la orientación ideológica de un partido que necesita reposicionarse a toda prisa, cabe entender la toma de decisiones en torno a las elecciones primarias, un mecanismo esencial para ofrecer a los españoles una creíble oferta de regeneración democrática. Una de verdad, y no el sucedáneo de medidas vacías que intenta poner en escena un presidente del gobierno que lo es, a su vez, del partido de Gürtel, Correa y Bárcenas.

Dentro del PSOE, al que un servidor sigue y seguirá considerando como la única alternativa de gobierno de cambio progresista, ese pulso está más vivo que nunca. Y, desgraciadamente, con contradicciones, a veces, inexplicables.

Me explico.

Nunca fui un denodado partidario de Juventudes Socialistas como estructura de cantera del PSOE. Entendí, casi desde un principio, que dicha organización imitaba los mismos vicios estructurales de los mayores del partido, y que había algo perverso en la soltura con la que se manejaban códigos internos, lenguaje de congresos, respaldos, avales, agrupaciones, integraciones y demás jerga orgánica. Algo especialmente triste si al mismo tiempo, y sin empacho, se reconocía –como lo hizo algún líder de esa organización juvenil, cuyo nombre omito, tiempo atrás- que no sabía quien era Olof Palme, Miterrand, Bobbio o Willy Brandt, referentes de una socialdemocracia de la que se decían depositarios.

Mis juicios, obviamente, dependen de las personas. Porque, quiero aclarar que hay un mundo de diferencia entre ese líder -cuyo nombre omito-, y el actual secretario de las Juventudes Socialistas en Albacete, Daniel Sancha. Alguien curtido en el otro Socialismo, el que se cultiva desde lo pequeño, lo rural, y se proyecta sin miedo en un terreno lleno de internas arenas movedizas.

"No queremos volver atrás"
«No queremos volver atrás»

Por eso, y pese a todas mis precauciones hacia esta organización, no entiendo cómo se excluye a los militantes de Juventudes Socialistas en las primarias para la elección de candidatos a las elecciones municipales dentro del PSOE, máxime cuando sí pueden votar en las primarias para elección a presidente del gobierno o a las de presidente de comunidad autónoma.

Como tampoco puedo entender que se consienta que una federación como la madrileña, afortunadamente a diferencia de lo que ocurrirá en el resto de comunidades autónomas, cierre el proceso para la elección a candidato a la presidencia de la comunidad a los poco más de 15.000 militantes del partido en esa región, a mayor gloria de un Tomás Gómez convertido en defensor a un tiempo, de las primarias abiertas y cerradas a conveniencia.

Es precisamente ese marasmo de tácticas a la carta y de extrañas excepcionalidades, lo que resta credibilidad al extraordinario impulso que puede suponer para un partido centenario la incorporación plena de mecanismos avanzados, como el que encumbró a Pedro Sánchez como secretario general, gracias al voto directo de los militantes.

Es ese universo de sutilezas contradictorias, de excusas mal razonadas, de cálculos de poder previsible, como las que ejemplifican primarias cerradas en Madrid o negación del voto a las Juventudes, lo que ralentiza el tránsito a una regeneración que, para aspirar a reconquistar el poder en España, en ayuntamientos y en regiones, tiene que romper mapas mentales como los que pontificó Guerra en su famoso “el que se mueve no sale en la foto”. Un mandamiento que a nivel orgánico, entraña más enjundia que toda la metafísica de Kant y la doctrina de Marx juntas.

Cierro volviendo a Juventudes Socialistas. Busco y no encuentro en su web, una reflexión crítica contra el acuerdo que les niega el voto en las primarias municipales. Debe ser el silencio de los prudentes.

Y entonces entiendo que quizás, al frente de esa organización, siga habiendo muchos expertos en estatutos, de los que no tienen ni idea de quien era Bobbio, ¡ni falta que nos hace! pensarán, cuando dominan el otro lenguaje. El de los avales, estatutos e integraciones… El camino perfecto para repetir el suicidio de sus mayores.

 

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