"4 palos les daba yo, como antes"

Hoy es la llamada «Ley Mordaza», mañana será Ayotzinapa o Ferguson

Verónica Blanco

El día 20 de noviembre es el día que celebramos que murió en la cama de un hospital y bajo respiración asistida el demonio personificado en forma de elfo y con gafas oscuras más tirano que ha pisado España. Conmemoramos también la muerte de un gran anarquista que en tiempos hizo soñar y luchar por la utopía. Y en último lugar, algunos este año han despedido entre palmas y farandulería a una terrateniente con honores de santa.

Sin embargo, el 11 de diciembre, va a ser recordado por el día que murió la libertad de expresión de este país. Será recordado por la “Ley Mordaza”. Ley, que ha sido el particular tanque de oxígeno que vuelve a asistir la respiración de la figura de Franco. Recordaremos todos al PP, aprovechando el mecanismo más antidemocrático que legitima el sistema, la mayoría absoluta. Recordaremos que un 11 de diciembre aprobó, con toda la oposición en contra (excepto CiU, por qué será) la Ley de Seguridad Ciudadana, una ley que amenaza directamente a los derechos de reunión pacífica y libertad de expresión.

En Villarrobledo la mordaza llegó antes de tiempo

Pero el 11 de diciembre solo es la fecha de referencia, algunos y algunas ya la hemos sufrido desde mucho antes. Lo han sufrido los periodistas de la provincia de Albacete, más concretamente los periodistas del Ayuntamiento de Villarrobledo, en lo que supuso la mayor caza de brujas jamás contada desde que se instauró la “democracia”. ¡Qué curioso…! Escribo la palabra “democracia” sobre el teclado e inconscientemente me sale una sonrisa burlona y sarcástica de la que no me puedo deshacer. Fue el lema del 15-M, “lo llaman democracia y no es”. Y ni lo es, ni lo fue.

Una ley que disfraza de cordero al lobo y al lobo de cordero, que disfraza la protesta en delito y la represión en derecho, que nos convierte a todos en esclavos sin cadenas.

No solo los periodistas de Villarrobledo y de la provincia entera han sido víctimas de la ley mordaza, antes si quiera que empezásemos a hablar de ella.

También lo han sido los miles, quizá millones de parados y paradas que no tienen ni voz, ni voto en este sistema, ni tampoco los miles de olvidados por la dependencia. A todos nosotros la mordaza nos llegó antes de tiempo, antes siquiera de que empezásemos a percibir cualquier atisbo de que necesitásemos ladrar.

A Verónica Blanco le dan más miedo los palmeros de Cospedal que las mordazas

Tampoco es una mordaza nueva para el grupo de activistas que pacíficamente se reunió en los arcos del consistorio de Villarrobledo cuando vino, la personificación del feudo-capitalismo con mantilla, señora María Dolores de Cospedal.

Más de una docena de sancionados por el simple hecho de hacer, ¿nada? Una decena de personas que cumplió estrictamente las instrucciones de los agentes de seguridad. Una docena de vecinos que no manifestaron nada que no fuese verdad. Sin embargo, yo que estaba allí en ese momento (por cierto, al borde de la deshidratación, ya que los agentes de seguridad nos indicaron que no estuviésemos en la sombra) recuerdo que los insultos no se oían de parte de la ‘grada sol’, sino más bien al contrario, se escucharon desde la ‘grada sombra’. Calificativos tales como “rojos de mierda” “irse a trabajar” o -uno que me encantó- “cuatro palos les daba yo… como antes”. Esa fue nuestra primera toma de contacto con la ley mordaza aquí en Villarrobledo, mis queridos conciudadanos. Sin embargo, por poco que un puñado de activistas sedientos y al borde de un golpe de calor tuviesen que decir a Cospedal, ese sonido nunca se escuchó debido a el ensordecedor sonido de los palmeros que llevaba a su alrededor la Caudilla de El Cigarral. Esos, son los que me dan miedo, las mordazas que me ponen no.

Herederos del Caudillo

En este país, hubo gente, que se acostó franquista y se despertó demócrata. Hubo gente que se acostó una noche corriendo de hostias a estudiantes en Madrid y se levantó a la mañana siguiente siendo abanderada del pacifismo. Hubo ministros que se acostaron dictadores y al despertar fundaron el partido que hoy gobierna.

¿Nos esperábamos de un señor que asiste a misa en el Valle de los Caídos que pudiese ofrecer una ley que no fuese represora? ¿Nos esperábamos que un partido político fundado por alguien que firmó sentencias de muerte, hiciese una ley a favor del derecho de reunión y la libertad de expresión? ¿Nos esperábamos acaso que los hijos, los nietos y los sobrinos de los militares golpistas del 36 no nos volviesen a poner la mordaza, como en su día lo hicieron sus antepasados?

Haced una reflexión en vuestras casas, aquellos y aquellas que me estáis leyendo. ¿Qué nos esperábamos de un partido que cobija bajo sus alas de buitre a personas que fueron protagonistas de matanzas y persecuciones, como el caso de Utrera Molina, suegro del ex ministro Gallardón? No es solo que haya impunidad para con ellos, es que es la misma gente que hoy día se sienta en las butacas del Congreso y del Senado.

Ayotzinapa y Ferguson

En Iguala, México han desaparecido 43 estudiantes que pertenecen a la Escuela Normal de Ayotzinapa en una manifestación. Para entender bien lo que ocurre en Ayotzinapa, quizá haya que entender, el porqué de la represión de las ‘Escuelas Normales Rurales´ en México, y para ello, es necesario conocer su origen y su proyecto educativo.

Son las únicas escuelas del país que enseñan a sus estudiantes -futuros profesores y educadores- para servir a la sociedad y no a las empresas privadas. Sus estudiantes son revolucionarios y críticos con el estado. En definitiva, cuna de conciencia social y arraigo. En realidad, pocas, muy pocas han sobrevivido a los sistemas políticos de los gobiernos mexicanos que pretenden acabar con estas instituciones.

Ayotzinapa, era y es uno de los últimos bastiones que defienden los derechos de los pobres. El arraigo de la cultura de los pueblos originarios y que surgieron, ni más ni menos, para brindar educación a campesinos e indígenas que viven en las zonas rurales más remotas de México.

Civiles negros, militares blancos

En la ciudad de Ferguson (Missouri), de 21.000 habitantes hay un 67 % de población de raza negra; lo que contrasta con la composición de su élite política y sus fuerzas policiales, con un talante, por otro lado, claramente militarizado. El alcalde, el jefe de la policía y cinco de sus seis concejales son blancos, así como más del 90 % de sus policías.

El caso más sonado fue el de un niño de 12 años, que portaba un arma de juguete y mientras que compartía risas con sus amigos, como lo podría hacer cualquier niño de su edad. Tras ser interceptado por un agente de policía y tras ser preguntado (poneos por un momento en la piel del niño: coches patrulla a tú alrededor, megáfonos, sirenas…) y sin apenas tiempo de reacción fue abatido por la policía.

Después de leer esto, ¿sigues pensando que los 43 desaparecidos de Ayotzinapa fueron detenidos por ser jóvenes y luchadores, o sin embargo ha sido un castigo porque estaban convencidos de que había que luchar por una sociedad más justa? En Ferguson, ¿creéis que se trata de una simple guerra de bandas de “negratas”? (como así lo sugirió la brillante Mariló Montero) o ¿puede que se trate de una revolución de los habitantes de la ciudad exigiendo representación, participación y justicia?

No renuncian a sus privilegios, ordenan dar leña y demonizan a las víctimas

Ferguson, Ayotzinapa y Ley Mordaza, ¡existen tantas similitudes! Empezando por la insensibilidad que mostró Peña Nieto, que el mismo día de la desaparición de los 43 estudiantes, se marchó a China sin descuidar su placentero viaje ya programado. Me recuerda mucho a Obama, que cuando en Ferguson mataron a una persona de su misma raza, paralizó levemente su agenda para dar una tímida rueda de prensa. Después de eso regresó a su partido de golf. Me recuerda también a Ana Botella que, aún cargando con la responsabilidad de 5 muertes del Madrid Arena, ese peso no le imposibilitó disfrutar de su “merecido” fin de semana de Spa en Portugal.

La segunda similitud que encuentro es la visión bélica que existe en las tres instituciones de cara a solucionar todo lo que ellos llaman conflicto. Conflicto, en los tres casos iniciados por ellos: ante el miedo de las Escuelas Normales Rurales, ¡policía y leña! Ante el miedo a que la gente pida representación de raza, ¡policía y leña! Ante el miedo de que los de abajo vayan a por los de arriba, ¡policía y leña! Ante el miedo: leña y más violencia.

La tercera similitud es la de la prensa. En los tres casos han tratado de enfocar cualquiera de los conflictos en casos aislados y en demonizar a la víctima. Del niño de 12 años tiroteado vilmente por un orangután del ku Kux Klan (Sí, no os asustéis, el KKK aún existe y está bien arraigado en la Casa Blanca, nunca mejor dicho) que amenazó con disparar al policía ¡Con una pistola de plástico! De los 43 normalistas y los demás estudiantes, se dice que consumían drogas. De nosotros y nosotras se dice que nos manifestamos de forma violenta quemando contenedores. Cualquier revolución, sea en la parte que sea, no es un hecho aislado, y el hecho de que la autoridad siempre quiera aplastarla con mecanismos poco ortodoxos, tampoco es algo aislado ni nuevo.

No me habléis de “violencia”, vosotros que represaliáis

“Violencia” es Cospedal con mantilla. No me habléis de mesura, vosotros que acabáis de nombrar portavoz de Gobierno a un hombre que se meó en la memoria de los miles de muertos que aún yacen en cunetas.

Ayotzinapa, Ferguson y España. En todo caso la mordaza que los poderosos le ponen al débil.

Pero dentro de todo este laberinto de injusticia y entropía, se construye nuestro hormiguero. Un hormiguero que mueve a sus hormigas de bloque en bloque y que caminan tan a lo unísono que ya parece un gigante.

Pero no hay marcha atrás, cuando el pueblo alza la voz, ya nadie lo puede detener, porque nuestra voz no solo traspasa la mordaza, también traspasa fronteras.

Que no subestime la mordaza y quien nos la pone a nuestro hormiguero, que no se fíe si ahora no siente la picada, que la quemazón viene más tarde. Que no se duerma, que en cuanto se duerma se le viene el hormiguero encima.

 

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