Libertad de prensa

Lo que nos distancia de vosotros es la cultura

Ana Cuevas

Desde hace 3 años soy socia de Reporteros Sin Fronteras y me gustaría pediros que vosotros también lo hagáis o por lo menos que cuando penséis en uno de ellos lo valoréis tanto o más que un médico sin fronteras, un arquitecto o un misionero…

Para un periodista VOCACIONAL, peor que lo despidan de su trabajo es que le obliguen a manipular la información. Así que no le arriendo las ganancias a los que cada día tragan con ruedas de molino. Sin embargo, me produce una admiración infinita aquellos que han defendido la verdad en los Balcanes, en Iraq o en Albacete.

Sucesos como los asesinatos de los periodistas en de Charlie Hebdo en París, en el país de la Igualdad, Legalidad y Fraternidad, nos recuerdan para qué nos hicimos periodistas. Y cómo solo hay una forma de serlo.

Intentamos dar lecciones sobre qué solidaridad es buena y cuál no

Hace unos días, en una de las céntricas calles de Albacete, un chaval me pidió un poco de mi tiempo para convencerme de que me asociara a su ONG. Tenía prisa esa mañana, venía de la oficina y no me daba tiempo a llegar al colegio de mi hijo. Aún así me paré para decirle que ya colaboraba con otra ONG. A lo que él me preguntó si podía saber con cuál (supongo que no se lo creyó). Tardé unos segundos en responder -ya que me estaba incomodando su actitud- y finalmente, le dije que era socia de Reporteros Sin Fronteras, a lo que me espetó a gritos, mientras  yo seguía caminando, «¡eso de la información y los periodistas está muy bien pero nosotros damos de comer a la gente!». Me quedé atónita, solo giré la cabeza y le miré con perplejidad y pena.

¿Realmente es así como nos ve la sociedad? ¿Está realmente valorado el trabajo del periodista? Puede que fuera solo la opinión de un jovenzuelo petulante (que por cierto no diré la organización a la que pertenece para no enturbiar su imagen) pero lo cierto es que estamos infravalorados.

Hace tiempo que no me afectan las opiniones de la gente pero me molesta que se permitan ciertos lujos. Si ese chico de Albacete es incapaz de ver el alcance que pueden tener el testimonio y las imágenes de guerra de un periodista que se juega la vida al otro lado del mundo, cómo va a valorar la labor de un cronista de provincias que tiene que convivir cada día con los caciques de turno para contar la verdad.

Sinceramente, me preocupa la incultura.

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