Con la frustración en la despensa

Comer garbanzos o huir a Alemania

Miguel Ventayol

Cada pocos años, la frustración llena las despensas de las personas, completando el hueco que dejan macarrones y harina.

En Albacete la crisis se nota porque bajar a la frutería o la panadería no es lo mismo. Queda alguna de las de antes, con recias panaderas que conocen tus gustos y te ofrecen el pan caliente a primera hora de la mañana y los bollos de mosto cuando acaban de colocarlos en los anaqueles.

Quedan fruteros con cara de pillos simpáticos que se comprometen con su fruta, la que luego te endulza a media tarde.

Existe un dicho popular que reza que cualquier comerciante, cualquier empresario, tiene que quejarse como norma. No sé si en Feda y Aje dan cursos de 60 horas sobre estas cuestiones; seguro que pueden traer a un especialista de Toledo que enseñe al pequeño y mediano empresario de Albacete a quejarse en las redes sociales sin que su reputación online disminuya.

Un conocido empresario de Albacete, después de ofrecer una ponencia o charla sobre emprendedores, la nueva burbuja, que viene a unirse a la burbuja de formación; aseguraba que no tenía más intención que facilitar la tarea a su hijo, para que en el futuro no tuviera que emigrar a Alemania.

Alemania no es un país, es Alicia en el país de las maravillas, un cuento fantástico.

Cada pocos años, entendemos que en Albacete sucede algo porque ciertos comercios aparecen, desaparecen y con ellos las esperanzas de familias enteras que confiaron en  una peluquería, una marroquinería o un bar de tapas. Quizás estaban mal asesorados pero me parece extraño con la cantidad gigantesca de información, ayudas y subvenciones que existen en la actualidad. Es ironía, por si alguien no lo capta, lo de los emprendedores es una burbuja tremenda, pregunta a quien quieras, si no te fías de mí.

Cuando la frustración empieza a agolparse en la despensa las personas salen a pasear, en Almansa, hacia el camino de Belén, que más que una metáfora es una necesidad, en Riópar toman la carretera de Alcaraz, en Albacete salen a la romería en que se ha convertido la vía verde.

Esas personas que no tienen otra cosa que hacer, pueden despejar músculos, grasa y mente. Podrían estar, como muchos otros, desesperados en sus casas, mirando los anaqueles propios, los personales, los familiares, los profesionales.

Podrían incluso obtener una licencia de caza o abrir un blog y convertirse en personas peligrosas.

Pero no lo hacen porque a pesar de la desesperación confían en un futuro mejor, con más harina, más pan, más arroz y más patatas. Incluso algunos confían en poder comprar salsa de soja porque lo han visto en un programa de cocina famosillo en la tele. Pero el sueño de la mayoría se limita a las legumbres y la carne con ajos, y de esto no hay cursos.
Estas cosas las aprendes en el hogar, cuando hablas con tus mayores y calculas lo que entra en tu casa, restado a lo que sale.

Eso es lo que queda en el plato que pones en la mesa.

miguel ventayol