Utilizar a la mujer rural como propaganda

Los pueblos existen y ahora se acuerdan de ellos

Antonio González Cabrera

Cada vez que se aproximan elecciones locales, los partidos se acuerdan de que el mundo rural existe. En concreto este año, el PP lo ha descubierto de nuevo, y ha celebrado en Ciudad Real el Congreso Internacional de Mujeres Rurales. Cuando el voto aprieta, toca a los líderes políticos acordarse de lo que durante cuatro años olvidan.

La inauguración  del congreso, como no podía ser de otra manera, estuvo a cargo de Rajoy, para mostrar ese interés político por los ciudadanos y ciudadanas rurales. Se  olvidó en esta ocasión, de que ha sido el presidente que en menos tiempo, más ha deteriorado al medio rural en su historia reciente. Si las ciudades han sido azotadas por los recortes, en el medio rural hemos sufrido la amputación de los pilares del estado del bienestar por las políticas de austeridad impulsadas por Rajoy al que ahora tanto le preocupamos. El resultado es evidente, y han supuesto la ampliación de la brecha entre rural y urbano.

Pero Rajoy no estaba solo. Le acompañaba la presidenta Cospedal, la defensora del medio rural castellano manchego. Una señora, que desde su llegada a la presidencia de Castilla La Mancha, se preocupó tanto por el medio rural que propuso medidas como el cierre de las urgencias médicas en muchos municipios rurales aunque sin lograrlo, pero que si se ha permitido cerrar las escuelas de muchos núcleos  rurales. Por eso es una presidenta tan querida, que raro es el día que no levanta gritos cuando en cualquier pueblo se nota su presencia.

Y para la clausura, como no, Isabel García Tejerina. Aunque para muchos sea una gran desconocida, se trata de nuestra ministra de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, puesto al que ascendió cuando Cañete emigró a Bruselas como parte de la llamada movilidad exterior de (algo tan querido por el PP). Cuando fue nombrada, la reseña periodística fue que era la ministra más rica del Gobierno de Rajoy.

Con independencia el estado de su cuenta corriente, Tejerina representa la continuidad de las políticas de su predecesor, y como a él, el medio rural le preocupa por los intereses económicos que ambos tienen en ese medio. Solo así se explican algunos de sus posicionamientos políticos: silencio ante la polémica construcción de una mansión por la presidenta del Club de empresarios en el Parque Nacional de Cabañeros (tampoco Cospedal ha dicho ni pio), o que impulse una Ley de Montes que permite recalificar zonas quemadas, o impulsar la reforma de la Ley de Parques Nacionales que prorroga el plazo para poder celebrar cacerías en ellos.

Para culminar su demostración de interés por la defensa de lo rural, esta semana Tejerina nos ha anunciado la tramitación de la Ley de Biodiversidad, otra de sus perlas. No ha intentado consensuarla con las organizaciones ecologistas, y justifica la prisa por tramitarla, en que no se puede perder el tiempo en consensos, y mientras no impedir que se cometan infracciones en los espacios naturales protegidos. Una excusa peregrina, que reviste con los mismos y manidos argumentos con los que el PP suele maquillar sus leyes polémicas: protección, transparencia y seguridad jurídica.

Todos los objetivos de la ley son compartidos para el país más rico en biodiversidad de la UE con casi veintidós millones de hectáreas de espacios protegidos. Según la ministra, la ley garantiza la custodia de estos espacios, regula la  importación de especies de fuera, incorpora medidas de prevención, mitigación y adaptación al cambio climático, apoya la conservación de la red de espacios Natura 2000, agiliza las subvenciones a actividades de conservación o restauración de estos espacios, cumple el Convenio de Diversidad Biológica ratificado por España, y recoge las actualizaciones derivadas de la Estrategia de la UE sobre biodiversidad hasta 2020. Demasiadas bondades sin ningún pero.

El “pero” lo expresan las organizaciones ecologistas, que no se fían de que en la tramitación, los grupos de presión ante los que el PP se siente obligado a ceder, no introduzcan elementos que busquen su propio interés, y acabe siendo una ley perjudicial al interés público, y no gusta que se modifique la actual legislación que si se consensuó en 2007. No son de extrañar estas reticencias ante un gobierno, que en muchos casos ha hecho que los espacios naturales públicos, se conviertan en el coto privado de caza de unos pocos.

La biodiversidad es una parte de la ruralidad, y si la confianza es algo difícil de ganar para un gobierno, y lo es mucho más si ese gobierno no se ha preocupado por el medio rural en toda una legislatura. La forma de actuar del PP hasta hoy, no invita precisamente a darle la confianza a sus afirmaciones. Aquellos polvos del PP, le trajeron estos lodos, y han llegado a tal punto de degeneración ética, que a quienes viven en un pueblo, sus políticas solo les dan ganas de hacer las maletas.

Los cada día más escasos pobladores del medio rural, si siguen permaneciendo en él lo hacen por dignidad y por un compromiso social no escrito. Por ese motivo se merecen, que los representantes públicos se acuerden siempre de ellos, y no solo cuando les toca votar. Eso deberían tenerlo meridianamente claro Cospedal, Tejerina, Rajoy, pero también cualquiera que quiera ser digno de representarles.

antonio gonzalez, mujer rural