Ética, ese comportamiento olvidado.

Hay más tontos que botellines

Echa un vistazo a las candidaturas de tu pueblo, mira los apellidos, revisa las biografías. El que esté libre de pecado que lance la primera piedra: las piedras volaron porque lo primero es ganar.

Miguel Ventayol

Sé que mi padre y mi santa van a censurar este artículo porque se va a llenar de tacos y palabrotas. Intentaré ser políticamente correcto pero el tema no da para ello. Voy a hablar de los sapos que se tienen que tragar en los partidos políticos de la provincia de Albacete, ahora es cuando entenderéis que suelte algún que otro taco.

¡Vivan las elecciones! ¡Vivan los puñales por la espalda!

Los candidatos de los partidos confeccionan la lista o se la confeccionan, casi siempre es lo segundo porque algunos candidatos no pintan nada en absoluto. El partido los coloca, los utiliza y, si ganan, los manipula. Si no ganan, se deshacen de ellos y santas pascuas, ¿queréis que os ponga algun ejemplo o los habéis imaginado mientras leíais? «Porque el partido está por encima de las personas», me han dicho en más de dos ocasiones. Algunas de las personas que utilizan son unos perfectos incompetentes, gandules, estómagos agradecidos e impresentables (he dicho todo esto sin soltar ni un taco, qué flojo soy), pero resisten porque su nivel de ética se encuentra en algún lugar por debajo del suelo.

Un exconcejal y excandidato me explicaba hace poco que está en la condición humana ser un poco mangui, un poco ladrón: «¿Acaso no lo hacemos todos en nuestro pequeño ámbito?» Me hizo temblar de miedo porque sus palabras contenían tanta sinceridad que me abrumaron. Me contó de un candidato con mano de hierro, mala persona, mal gestor, con aires de grandeza a quien nadie echó de menos cuando desapareció, cambió los saludos cariñosos cuando era alguien, a las miradas reprobatorias o de odio directo. Me contó de un candidato bondadoso, trabajador, fiel a las siglas que desapareció entre la bruma del partido y las horas perdidas en la sede, haciendo llamadas de teléfono o metiendo papeletas en sobres, como un jubilado más, como un voluntario más. Me contó de decenas de concejales que no quieren oír hablar de política, tan desengañados huyeron.

Las personas que dan cuerpo a la lista de un partido a veces vienen impuestas y a veces caen del cielo. A veces no hay manera de confeccionar una lista y a veces hay tantos familiares, amigos y conocidos que uno termina por marearse con la cosanguinidad. El candidato que promete trabajar por y para su pueblo, «si no cumplo, me voy», mira hacia abajo y encuentra una lista de  perfectos incompetentes, gandules, estómagos agradecidos e impresentables (qué flojo soy) que su garganta hace glups, como en los dibujos animados. Se plantea una y diez veces si merece la pena enfrentarse a un reto como una campaña política, grande, pequeña o mediana, con compañeros de trile como estos. Y digo trile porque más de tres utilizan la política como un fin en sí mismo, un fin particular y nada solidario. Ese algo más ha propiciado el crecimiento de partidos y movimientos alternativos como Podemos, Ganemos, UCIN, incluso UPyD o Ciudadanos (salvando las distancias entre todos ellos, por supuesto) y que ha modificado el discurso de PSOE PP.

Sí, sí, sí. Se han modificado discursos, se han variado algunos modos, hay listas renovadas, se ha buscado la paridad hasta el aburrimiento pero en esto de la política se siguen colando los, los, los ¿puedo decirlo ya?

No, no lo voy a decir, prefiero sugerirlo porque entiendo que si has sido capaz de leer hasta concluir en esta frase, comprendes y visualizas lo que pretendo decir.