La brecha digital en el mundo rural

Navegar por la provincia es más sencillo que por Internet

Miguel Ventayol

En la era de Internet leemos en los medios de comunicación, casi sin despeinarnos, que dentro de nada la mayoría de personas llevará un chip incorporado para detectar enfermedades y paliarlas lo antes posible. Es la misma era de los centros de salud del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (SESCAM).

En la era de la velocidad medida en gigas y megas en un pueblo como Madrigueras. Cuatro bicicletas aparcan en la sombra de la Parroquia de San Pedro y San Pablo, mientras seis personas o quizás nueve debaten al respecto de los grados a los cuales una chicharra empieza a volverse loca y no precisar el calor real que hace en el pueblo. Debates trascendentales sin medida ni tiempo.

En la era de los relojes de Google y Apple, que te dicen incluso la hora exacta, el tiempo se mide por las fiestas: San Jorge, Santa Ana, San Lorenzo o la Virgen de las Nieves. Todo depende de donde te diga el navegador del coche que te encuentras, porque el verano es la época ideal para irte de pueblo en pueblo, de fiesta en fiesta. Solo tienes que calcularlo, se tarda lo mismo en ir a Benidorm, Calpe, Mazarrón y Gandía que a cualquier pueblo de la provincia; bueno, casi. Pero el efecto es mucho mejor. Además, en la época en que nos encontramos Nade velocidad increíble y de fibra óptica, navegar por la provincia es mucho más sencillo que por Internet.

Una señora mira el tablón de anuncios atestado de papeles, cuartillas, dípticos y números de teléfonos informativos: una charla sobre alimentación, un curso sobre los derechos de la mujer, curso nacional de música clásica con presencia de artistas nacionales y cine de verano…

Con suerte, un trabajo, colaboraciones para la campaña agrícola o los plazos para la PAC, la renta o las becas escolares.

¡Un simple tablón de anuncios que ocupa toda la planta baja de un Ayuntamiento!

En la era de la velocidad, las bicicletas son para el verano, gran título para una película y gran verdad a medias.

Una señora vuelve del mercado con el manillar repleto de bolsas con verdura y hortalizas. Circula en bicicleta sin ser de Podemos y explica que hay tantos talleres de «bicis» en el pueblo como fruterías en Albacete. ¿Acaso no sirven las exageraciones para hablar en La Mancha?

El alcalde olvida cerrar la puerta de su despacho y se le cuela casi quien quiere. En el salón de plenos hay una Constitución sobre un atril. El tomo de la chica del 78 es tan grueso que pasar las páginas es casi tan complicado como reformarla. Cada Artículo ocupa una página, son tremendos, densos, como poemas de campo al estilo Machado.

No está en PDF, no hay publicidad de bufetes de abogados entre las páginas del libro y si llevas los dedos sucios, puedes dejar tu marca en la Constitución del salón de plenos del Ayuntamiento.

En la era de la velocidad y Youtube, la banda municipal interpreta bandas sonoras de películas históricas, y si el viento es propicio se puede escuchar la Guerra de las Galaxias desde las viñas más cercanas, en un alarde imaginativo que en la noche de San Lorenzo, puedes confundir Las Perseidas con una batalla memorable.

miguel ventayol