¿TDT o tomamos el fresco?

Debate en La Mancha profunda

Miguel Ventayol

Los temas de debate y discusión en el pueblo se limitan a los tema de discusión de las televisiones digitales. No las de pago, las digitales que nos vendieron como gratuitas a pesar de que las pagamos bien, con sus antenas, sus aparatitos colgantes, sus mandos que nunca funcionan, sus interferencias y su calidad años 80.

Los temas de debate giran en torno al calor en su mayor parte, la calidad de los tomates y demás hortalizas, el tamaño de los pimientos y los calabacines o si las brevas vienen tardías y menos dulces que el año pasado por culpa del calor. El calor, el calor, el calor.

-¿Y qué sucederá estas fiestas? ¿Tiraremos al alcalde al pilón?

-No, eso está prohibido, no habéis oído lo de la «ley mordaza».

Porque el calor es el tema fundamental pero en los pueblos se habla con mucho criterio de Podemos, del Partido Popular y del nuevo presidente de Castilla-La Mancha, Page.

-¡Enciende la tele que están poniendo los toros de la Feria de Villarrobledo!

-Pero si la Feria de Villarrobledo empieza a mitad de agosto.

-Ah, espera, acaban de decir que son los del año pasado.

Los temas de debate en los pueblos se rigen por la televisión digital y las cuestiones importantes: las alcaldesas de Barcelona y Madrid (no las de ninguna otra ciudad de España), los comentarios en Twitter de un concejal de Madrid de un partido concreto (no los comentarios de otros concejales o alcaldes de ningún otro pueblo o ciudad), que una comunidad autónoma quiere irse de España (literal, tal cual), que un país las está pasando canutas (no el resto de países de nigún otro punto geográfico). Pero nadie se cuestiona nada más, ¿para qué? Con esos debates llenamos horas, días, veranos y, cuando haya pasado, hablaremos del frío que hace.

-Lo han dicho en la «tele», ¿eh? -Te increpan algunos.

-En un debate de La Sexta, y si lo han dicho en La Sexta…

Pero alejados de los temas mundanos y de aquellos países lejanos como Madrid y Barcelona, lo importante es el calor que está machacando los tomates, las verduras, las hortalizas y puede que fastidie el precio del alimento para esos animalillos que nos darán leche y chicha buena para el invierno. Aunque esto es más complicado verlo en la «tele» digital, imagina un debate donde dos señoras muy maquilladas y escotadas se gritan al respecto del precio de la cebada o las toneladas de fruta que se han perdido con el pedrisco.

Son posibles debates digitales y mayoritarios.

Dos señores con gafas de montura de pasta roja, uno con barba y otro bien rasurado, ambos con pañuelo en su chaqueta veraniega, se gritan porque su hijo el pequeño se ha tenido que ir a Londres a trabajar, ¡de camarero nada menos!

-Que hubiera estudiado -le dice el presentador, que finge ser homosexual porque en la época de la hipocresía máxima, fingir ser homosexual vende más, aunque el día a día de un homosexual cualquiera en cualquier pueblo de España sea cualquier cosa menos glamouroso.

-¡¿Estudiar?! -Grita el primero, el que no lleva barba -.Pero si es ingeniero en Telecomunicaciones.

En la televisión digital pasan a emitir anuncios. De los cuatro primeros, dos anuncian alarmas baratas, casi regaladas, por si vienen los malos y te dejan pelado. Eso si tienes algo para robar; porque pelados, pelados, se han quedado muchos sin necesidad de cacos, solo hay que mirar las estadísticas del propio Gobierno, las que dicen quién tiene más, quién menos y quien nada.

Muchas casas de pueblo cierran sus puertas y miran de reojo a sus vecinos de toda la vida, no vengan y me roben los botes de tomate en conserva.

-Pues tu hijo vendrá siendo bilingüe -le dicen al padre contertulio después de la publicidad.

-Sí, la verdad es que da gusto escucharlo cómo dice café con leche. Ha aprendido a decir con azúcar, sin azúcar. ¿Sabéis? En inglés se dice sugarfree, que es como decir azúcar gratis -explica el padre orgulloso.

-Ay, sí, ¡cómo son los ingleses!

Fundido en negro, en un pueblo de la provincia de Albacete, donde los debates se hacen a la sombra de una parra, con las sillas al fresco o bajo la deliciosa mirada de una caña fresquita, un refresco o incluso un agualimón.

miguel ventayol