¿Quién gobernará?

Este país es una ruina

Marto Egido Piqueras

Estos días viendo y hablando con compañeros sobre el panorama político que tenemos los españoles después de las Elecciones del 20 de diciembre, me ha venido a la cabeza una película de 1986, titulada:  “Esta casa es una ruina”, protagonizada por Tom Hanks, donde a una simpática pareja todo le sale mal, tras comprar la casa de sus sueños y empezar la reparaciones. Una tras otra, y cada vez que se solucionaba un problema, surgía uno mayor, siendo al final una auténtica ruina de casa.

Por qué decía esto, simplemente, porque me da la sensación de que tras las Elecciones de diciembre, podíamos titular también la película que está viviendo España como “Este país es una ruina”.

Nos encontramos tras las Elecciones con un panorama político atomizado, donde no existen mayorías de gobierno, ni por un lado ni por el otro. Una sesión de constitución del Congreso de los Diputados, donde parecía más aquello un espectáculo teatral que otra cosa.

Vivimos, por un lado, con la formación de la Mesa, donde el presidente no tiene mayoría y eso le hizo ya perder votaciones como la del grupo de Izquierda Unida. Por otro lado, tenemos una mesa del Congreso donde se sienta una señora, me refiero a Celia Villalobos, que lleva toda la vida con coche oficial, aburrida y jugando con su tablet y encima se permite poner en evidencia a un diputado nuevo, simplemente por el peinado que lleva. Celia Villalobos tenía que haber pasado hace mucho tiempo a la jubilación y no estar en el candelero, estoy seguro que el Partido Popular tiene mejores representantes para ocupar una vicepresidencia.

Si hablamos de la sesión de constitución, primero tengo que decir que me parece estupendo que cada uno puede presentarse vestido como quiera. Para mí me merece el mismo respeto, una persona con traje y corbata, que llevar un fular, o una camisa de colorines, siempre y cuando no se ofenda a nadie y se respeten las otras ideologías. Lo que no me parece de recibo es la sobreactuación, aquello en algunos momentos era más un circo que otra cosa, y si hablamos del juramento, fue por momentos el espectáculo “in crescendo”. Si uno lanzaba su mensaje, el siguiente más largo y el tercero con gesticulación y mirando al graderío para conseguir el aplauso de los suyos.

Y después de todo eso nos encontramos con las entrevistas del Rey con las distintas fuerzas políticas. He de decir, primero, que la no comparecencia de Esquerra Republicana de Catalunya y Bildu, me parece que no están a la altura del cargo que representan, ya que si se presentan a unas elecciones nacionales, tienen que cumplir los derechos y deberes del cargo y esos tienen como norma asistir a este tipo de consultas.

Y el desmelene llegó tras concluir la ronda de consultas del Rey y proponer, como era lógico a Rajoy como candidato a la investidura, por ser la fuerza más votada. Ahí sí que se les ha ido la pinza a los Populares, esa jugarreta de declinar la propuesta, con el fin de ganar tiempo me pareció de muy mal gusto y sin estilo ninguno, ya que me imagino sus andanadas y mensajes lanzados si hubiera propuesto el Rey a Pedro Sánchez en primera ronda, habrían dicho de todo.

No quiero olvidarme de Podemos con esa propuesta de gobierno, sin negociar con el Psoe, y el reparto de carteras, quedándose ellos las más relevantes. Lo considero que fue precipitado, imprudente y, sobre todo, muy peligroso, pues puede poner en peligro un posible pacto y además enturbiar aún más las aguas, que de hecho ya bajan del todo turbias.

Yo espero que en esta segunda ronda, el Rey proponga nuevamente a Rajoy, porque le corresponde y que asuma que pueda perder y, entonces sí, dejar camino libre a Pedro Sánchez para una segunda propuesta de investidura. Si no fuese así y Rajoy volviese a negarse dejaríamos los cauces normales de la política y entraríamos en más un vodevil que otra cosa.

Para los que nos gusta la política, esta semana será muy interesante y ya hablaremos de todo lo que pasará, pero me da la sensación que Rajoy volverá hacernos la pirula, y si no… al tiempo.

marto egido