«Es a primera hora de la mañana, cuando apenas hay unas pocas personas corriendo, cuando se pueden apreciar ciertas características propias de este rincón conocido como el pulmón de Albacete. (…) El parque Abelardo Sánchez está tan tranquilo que las ardillas se vuelven descaradas, te observan desde las ramas más bajas incluso desde apenas unos centímetros, soportando tu mirada si eres capaz de aguantarla».