(…) «Ellas hablaban de la preciosidad que era el Teatro Circo, de sus niños en el colegio y lo rápido que crecían en las casas ajenas. Iban hablando de casualidades: la Feria del Libro nada más salir del teatro: Albacete parecía una ciudad repleta de cultura y personas tranquilas. Un buen sitio del que todo el mundo hablaba bien».(…)