"Ni miedo, ni ganas de rendirme"

Carta de una «ni-ni» para usted, Mónica Oriol

Verónica Blanco

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Yo me pregunto si usted cobra algo del Gobierno para decir semejante desfachatez y si lo hace me gustaría saber qué cantidad. Qué poquito os quejábais de la gente sin estudios que ocupaba los sectores de la construcción cuando de media trabajaban más de doce horas al día. Qué poco os molestaban los ni-ni antes, cuando alimentaban la burbuja inmobiliaria, y de la que ustedes os llenábais los bolsillos.

No era vuestra preocupación por aquel entonces que la gente tuviese o no estudios. Es más os interesaba crear un prototipo de ciudadano sin estudios, que trabajase mucho y que viese el fútbol para que no fuese consciente de lo que en realidad se estaba forjando. No nos insultábais entonces, por que os servíamos, os servíamos para mucho, para alimentar vuestra insaciable sed de dinero.

Tengo 28 años señora Oriol, soy pedagoga y Máster en Intervención Social y varias especialidades en recursos humanos. Estudié, gracias al esfuerzo de mi familia y gracias a las becas, así como también lo han hecho mis hermanos. De no ser por las becas, esas que ahora están recortando, es posible que ninguno de nosotros hubiésemos podido acceder a estudios superiores. Por eso, señora Oriol, porque están quitando becas, la gente no puede estudiar ni puede acceder a estudios y por la desastrosa saga de reformas laborales y recortes la gente no puede acceder a un trabajo. No porque no queramos.

No soy ninguna ni-ni, y me impresiona que lo pueda decir una persona como usted, que seguramente no habrá tenido que pasar tres carajos de dificultad en su vida. Por lo que le recomiendo, que antes de frivolizar con un sector tan humillado como los parados, le invito a conocer las desigualdades de las personas.

La mayor parte de los días de la semana ocupo mi tiempo en una conocida ONG de mi pueblo, donde aporto mi pequeñísimo granito de arena a un colectivo que está viviendo la injusticia más común en estos tiempos. Quedarse sin trabajo. Lo hago voluntariamente, porque aunque el sistema no quiera darme una oportunidad laboral siempre seré pedagoga y eso no me lo vais a quitar.

A pesar de mi “titulitis” las únicas oportunidades laborales que han merecido la pena me las han dado al otro lado del charco. Sí, América Latina. Esa gente, que vino a levantar el país en plena ebullición económica y a la cual tratásteis como una verdadera escoria. Pues esa gente de América Latina es la que si valora a los profesionales de la educación.

Desde que llegué he ido dando tumbos de un lado a otro y aceptando trabajos en negro, si señora Oriol, en negro, y no me avergüenza reconocerlo, pues los únicos abochornados deberíais ser ustedes. Empresarios como tú que fomentáis el despido fácil y la precarización laboral, pues nos obligáis a ganarnos la vida como buenamente podemos, a comernos las migajas que os sobran. Además, si el partido que hoy gobierna paga con contabilidad en B, ¿por qué no voy yo a hacerlo también?

He hecho cursos de desempleo, cursos, que yo misma podría estar capacitada para dar, y que cualquiera de los alumnos y alumnas que he conocido somos mucho más competentes que el mismo formador que los imparte.

No me diga parásito, no lo soy. No me diga que no sirvo para nada. Sí sirvo, y mucho más que usted.

Estudié Pedagogía, no por las salidas laborales, cosa que el ministro Wert nos quiere ahora obligar a hacer. Estudié porque para mí la educación es el arma más poderosa para forjar un mundo más justo, fue desde mis valores intrínsecos cuando elegí pertenecer al mundo de la educación y ahora, aunque no tenga trabajo, no me arrepiento ni un ápice de haber escogido una profesión a la que el sistema no valora. Porque al sistema, y a empresarios como usted no les interesa tener a gente educada, no os interesa formar ciudadanos con espíritu crítico. No queréis ciudadanos, queréis borregos. Borregos que sean guiados por el camino que vosotros marcáis sin que se salgan del sendero, borregos que acepten cualquier trabajo de mierda en el que nos exploten y encima le tengamos que dar las gracias.

A esa ONG con la que colaboro la mayor parte de mi tiempo, acuden vecinos con los que de pequeña compartía nuestros ratos de juegos por el barrio. Se me cae el alma al suelo cuando les veo llegar y cabizbajos me retiran el saludo porque se avergüenzan de ir a pedir, desesperadamente ayuda económica. Me gustaría, señora Oriol, que deje un día de decir estupideces y venga a visitar esta ONG para que pueda observar que a nadie le resulta agradable pedir ayuda porque con su subsidio de menos de 500 euros no les llega para pagar los recibos. Pero aún así a usted le parece ese subsidio muy generoso.

Se sentó en la mesa del Círculo de Empresarios con su chaqueta diplomática y puso su Martinenco sobre la mesa, y ese Martinenco, seguramente costaría la misma cantidad que el subsidio que cobran muchas familias y que no les llega para comprar comida. Pero a usted le parece mucho y pide que aún se bajen más.

Es usted una miserable, señora Oriol y me valgo del Diccionario de la Real Academia de la Lengua para decírselo.

–       Desdichado, infeliz. Porque se atreve a jugar con los sentimientos de más de seis millones de personas no es posible que conozca lo que es felicidad.

–       Mezquino: (que escatima en gasto)

–       Perverso, abyecto, canalla… Porque se atreve a insultar al colectivo más humillado de la crisis económica

Nos dice usted Ni-Ni´s y la Ni-Ni, es usted. Ni vergüenza ni escrúpulos. Lo que sí que no nos puede negar es que tenemos una extremada capacidad de aguante. Aguantamos a Esperanza Aguirre diciendo “basta ya de mamandurrias”, aguantamos la ampliación de jornada laboral y la reducción de salarios, aguantamos los EREs más escandalosos de la Unión Europea, aguantamos que nos llaméis parásitos y también aguantamos a Andreíta Fabra diciéndonos “que se jodan”.

Pues jódete tú Andrea, porque mi padre es un hombre honrado, y yo no soy una MISERABLE.

Pues claro que sí. “Basta ya de mamandurrias”, como dice el periodista Javier Gallego. Basta ya de dietas a los diputados que tienen más de dos viviendas en Madrid. Basta ya de regalarle cantidades industriales de dinero a la enseñanza privada mientras se recortan los presupuestos de la pública. Basta ya de regalarle concesiones a los de la trama Gürtel. Basta ya de hacer de España vuestro feudo de corrupción y de fundamentalismo católico. Basta ya de parásitos, familiares y amigotes vuestros contratados como asesores del ministerio de economía, donde sobran asesores y faltan soluciones. Basta ya de ustedes.

“No servís para nada” “parásitos”. Un lenguaje propio de los antiguos terratenientes de las plantaciones de algodón del sur de EE.UU. Eso es lo que le decían a sus esclavos. Muy típico de la España profunda que relató Delibes en “Los Santos Inocentes”. Y la inocencia nos la estáis quemando, pero nos habéis encendido la revolucionaria y el revolucionario que llevamos dentro.

Por último, tiene señora Oriol, la gran suerte de que no he sido una persona educada en el odio y no le voy a desear nada malo, al contrario le deseo trabajo.

Le deseo a usted que se atreva a venir al pueblo donde nací a conocer la temporada de vendimia. Le deseo que cobre usted lo mínimo por una dura jornada de trabajo de más de ocho horas en las que estás con la boca contra el suelo, literalmente. Le deseo que en esos días de recolección le hagan a usted días muy soleados, tan tan tan soleados que se le quemen las orejas y que luego le escuezan tanto que no pueda ni dormir. Le deseo que su trabajo sea tan tan tan productivo que al llegar al escalón de su casa no pueda ni subirlo debido a las agujetas y que a la mañana siguiente no pueda ni sentarse a mear debido a los brutales dolores que se sufren. Le deseo que le cunda tanto, tanto tantísimo vendimiar que le salgan arañazos en los brazos y que cuando vaya a ducharse le duela cada una de las gotas de agua que caen sobre su cuerpo. Y luego le deseo que cuando vaya intentar usted descansar después de la productivísima jornada laboral, ponga usted la televisión y que vea a una persona sentada en una mesa, con un móvil caro y con un traje de chaqueta y que esa persona le diga que no sirve para nada. Y también le deseo que ese mes, solamente cobre 426 € y que con ese dinero tenga que mantener a toda su familia.

Si mucha de la gente a la que ha insultado hubiese tenido sus oportunidades, seguramente serían mucho más competentes que usted y todo el consejo de ministros juntos y los españoles no tendríamos hoy que aguantar vuestras boberías e impertinencias.

En cierto modo debo darle algo de razón y he de reconocer que, efectivamente, soy una Ni-Ni, porque no tengo Ni miedo Ni ganas de rendirme.

 

 

 

 

monica oriol, nini, veronica blanco