El cementerio nuclear de España

El ATC de Villar de Cañas, la piedra en el zapato de Cospedal

Iberinco, empresa filial de Iberdrola donde Ignacio López del Hierro, marido de Cospedal es alto directivo ha recibido directamente o de forma participada cuatro contratos del ATC por valor de 34 millones de euros. Por lo que queda claro, que el ATC de Villar de Cañas sólo sirve de excusa para hacer sus contratos “amigos”

Ana Jiménez Herreros

El pueblo de Cuenca Villar de Cañas, elegido para acoger el Almacén Temporal Centralizado (ATC) elegido según Ecologistas en Acción Cuenca por motivos meramente políticos, y su bajo nivel de oposición social, pasando por delante de otros tres candidatos mejor situados en la lista elaborada por una Comisión Interministerial que estudió los posibles emplazamientos, se ha convertido en una piedra muy molesta en el zapato de María Dolores de Cospedal.

Según Ecologistas en Acción Cuenca, Cospedal quería tener el control de este gran proyecto por lo que eligió su comunidad autónoma y puso a Francisco Gil Ortega hombre de confianza, al frente de Enresa. Los problemas de emplazamiento, las prisas, falta de estudios necesarios y la oposición, llevaron a Gil Ortega con nula experiencia en el sector nuclear a dimitir por “razones personales”. Luego se demostraría y sería admitido por el ministro de Industria José Manuel Soria, que el ahora ex presidente de Enresa “cobró gastos que no estaban adecuadamente justificados”.

Desde Ecologistas en Acción afirman que Iberinco, empresa filial de Iberdrola donde Ignacio López del Hierro, marido de Cospedal es alto directivo ha recibido directamente o de forma participada cuatro contratos del ATC por valor de 34 millones de euros. Por lo que queda claro, que el ATC de Villar de Cañas sólo sirve de excusa para hacer sus contratos “amigos”.

También es cierto que el ahora presidente de Enresa Juan José Zaballa al igual que Gil Ortega tienen conocimientos y experiencia nula en el sector nuclear, algo que también denuncian desde Ecologistas en Acción.

El presupuesto de todo el ATC sin contar con el Centro Tecnológico Asociado rondaría los 2700 millones de euros. El edificio en sí y su equipamiento sería de unos 900 millones de euros a lo que habría que sumarle impuestos y todo el dinero que supone el funcionamiento durante su vida útil y desmantelamiento.

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¿De qué nucleares acogería residuos la planta de Villar de Cañas?

De todas. De las activas que ahora son siete y de las que ahora se están cerrando. Se saben de donde vendrían, eso está clarísimo pero no se sabe la cantidad, la cantidad total depende de la vida útil de las nucleares, está pensado para que entren en torno a 7000 toneladas siempre y cuando la vida útil sea de 40 años que es para lo que están proyectadas. Pero todavía no está claro si se prolongaría la vida útil en los que se llama “prórroga”, entonces las toneladas se incrementarían cada año. Algunas de las centrales de las que hablamos serían Zorita, Garoña, Ascó, Almaraz y Cofrentes.

En cuanto al medio de transporte, en el primer informe de Enresa se hablaba de hacer un transporte mixto supuestamente menos peligroso, que sería por tren hasta Tarancón que era la estación de desembarco más probable. Pero en el último informe que está ahora en evaluación departamental ya habla de un transporte cien por cien terrestre, por lo que los residuos se moverán por toda la geografía española.

El peligro de estos transportes es que estos residuos pasarían por muchas poblaciones y son residuos que van continuamente irradiando. La radiación es baja, pero es acumulativa y los transportes numerosos, estamos hablando de en torno a 1200 convoyes por toda la geografía por lo que algunas poblaciones estarían muy expuestas a la radiación. Todo ello sin hablar de los accidentes, es verdad que los accidentes son muy escasos, aunque cuando se producen son gravísimos.

Para Ecologistas en Acción Villar de Cañas presenta inconvenientes que directamente lo descartaría para acoger un proyecto como el del Almacén Temporal Centralizado, sobretodo geológico e hidrogeológico.

Lo primero es la presencia de oquedades ya que estamos hablando de terrenos de alto contenido en yesos y que son muy peligrosos. El segundo problema es que por encima de esos yesos hay arcillas con expansividad y en el informe de la empresa URS a petición del Consejo de Seguridad Nuclear la empresa dijo que la presencia de esas arcillas son incompatibles con la construcción de un cementerio nuclear y lo tercero son los niveles ciáticos en la superficie que hacen muy vulnerable el cementerio nuclear ante la posible fuga de isotopos.

Si hubiera una fuga por pequeña que fuera, esa presencia de agua subterránea haría que la migración fuera muy rápida y se extendiera por el acuífero Altomira y a través del río Záncara que está a solo 500 metros, fuera al acuífero 23 que es el acuífero de las Tablas de Daimiel, el acuífero principal de la Mancha.

A todo esto de añade que hace menos de quince días, un enorme socavón de ocho metros de profundidad y de diez metros de diámetro es la nueva pieza añadida a los elementos que aumentan las dudas sobre la seguridad de los terrenos para el transporte de residuos nucleares. La oquedad apareció hace días en la carretera que une Villarejo de Fuentes con Fuelespino de Haro (Cuenca), a menos de 15 kilómetros de los terrenos de Villar de Cañas destinados al futuro almacén de residuos nucleares (ATC).

Ecologistas en Acción considera que la falta de rigor y de estudios geológicos adecuados en el entorno del cementerio nuclear de Villar de Cañas se hace cada vez más patentes.

También ellos denuncian que aunque actualmente no hay ningún permiso y de momento no parece que vaya a haberlos en mucho tiempo, Enresa continúa licitando obras y compra de equipos que serían totalmente inútiles en caso de que, finalmente, el ATC no se llegara a construir. Dicen que este hecho es lo que ha llevado a la dimisión de la jefa del departamento de Ingeniería de Residuos de Alta Actividad, Maribel Rivera, que “se ha negado a entrar en este juego”. Concretamente se ha negado a firmar la compra de 10 contenedores de residuos nucleares, con un valor de salida de 32 millones de euros sin incluir impuestos.

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