El 28 de Octubre de 1982, en un contexto convulso tras el frustrado golpe de Estado del año anterior, el PSOE, principal partido de la oposición en la recién nacida democracia española, se hacía con un resultado histórico: 202 diputados. Es decir, una mayoría absoluta insólita, jamás obtenida por ningún partido en ningunas elecciones en España y la primera vez que un partido de izquierdas, el PSOE en este caso, iba a poder gobernar en solitario nuestra vieja nación.
El éxito no se quedó en el año 82. Como ya sabéis, el PSOE se mantuvo en el poder hasta 1996, ¡nada menos que 14 años en el Gobierno! y teniendo el papel de partido hegemónico durante al menos 9 años. Después vendrían dos derrotas electorales: ‘la dulce’ (1996) y ‘la amarga’ (2000).
Ocho años de gobiernos conservadores que se romperían al volver el PSOE a ganar las elecciones en marzo de 2004, manteniéndose en el poder hasta 2011, cuando avocado por una crisis económica y financiera histórica, el Gobierno Zapatero se vio obligado a convocar elecciones anticipadas. En total, 7 años más de gestión socialista que suman un total 22 años sobre los 37 de Democracia que llevamos.
Es indudable y casi incuestionable afirmar que ha sido el PSOE el partido que ha construido la España moderna, europea y a la altura de otros países de nuestro entorno que ahora tenemos. Una España democrática, de facto federal, donde las tasas de analfabetización se han reducido considerablemente, donde gozamos de una gran red de hospitales públicos y de una sanidad universal que es la envidia –o era- del mundo entero.
Muchos españoles hemos pensado que por fin, nuestro país llegaba puntual a su cita con la historia, y que abandonábamos esos periodos oscuros y tristes que han caracterizado gran parte de nuestros siglos. La España que un día soñó Manuel Azaña, o quizá muchas de nuestras grandes figuras literarias que tanto lamento recogían en sus obras sobre nuestro país, se hacía realidad.
No obstante, actualmente, con la crisis económica y financiera que asola al continente europeo y especialmente a España, parece que todo eso se ha venido abajo como un castillo de naipes, es importante reseñar que, tras 22 años de socialismo, no se ha colmado todo aquello por lo que la ciudadanía en su inmensa mayoría dio su apoyo y celebró alborotada la victoria de Felipe en el 82.
Virtudes cívicas
Tras 22 años de socialismo no se ha creado un espíritu crítico, una formación cívica que haga involucrarse a la ciudadanía en la vida política haciéndosela el centro del debate. Creando redes de asociaciones, de participación política que hagan sentir al ciudadano que él es el protagonista de la democracia y que las decisiones de los gobiernos emanan del consenso y de la aportación de todos -quizá se hayan llevado a cabo ciertos experimentos a nivel local, véase los presupuestos participativos en algunas ciudades, si bien se ha criticado que de facto eran manejados por el partido en el poder de turno-.
La afiliación política en España es escandalosamente baja, y eso se debe a la imagen que ofrecen los partidos políticos. Con un funcionamiento cerrado, anquilosado, sectario, dictatorial y mafioso la ciudadanía los percibe como algo ajeno a ellos, algo propio de los políticos y de gente con ambiciones no muy claras, y no como lo que son: instrumentos al servicio de la ciudadanía.
Ciertas instituciones, también con un funcionamiento no siempre lo claro que debía ser, han sido percibidos por la ciudadanía como algo lejano a ella, donde no se discernía sobre los intereses generales, sino sobre los intereses de lo que ya se conoce como «clase política». Todo esto en época de bonanza económica puede pasar de largo, pero cuando nos enfrentamos a una crisis económica y financiera sin precedentes hace que todo esto desemboque en una crisis política e institucional como ahora está ocurriendo en España.
Lucha contra la corrupción
Tras 22 años de socialismo no se ha luchado de la forma contundente con la que se debería luchar contra la corrupción. Siempre he pensado que la corrupción no es cosa de ideologías, de partidos o de políticos. La corrupción es un mal que afecta a todos los sectores y ámbitos de nuestro país: desde el particular que tiene diversas propiedades a nombres de sus primos, padres, etc, hasta el político que cobra comisiones ilegales, pasando por el autónomo que defrauda a hacienda.
Es parte -dirán algunos- de nuestra cultura e idiosincrasia mediterránea, y pude que así sea, pero por esta razón es más necesario que desde la política se dé ejemplo. Es imprescindible que se legisle contundentemente contra la corrupción: persiguiendo sin vacilación el fraude fiscal, estableciendo penas ejemplares para los delitos de corrupción tipificados en nuestro Código Penal, o denunciando y marginando a todo aquel que utilice su cargo para lucrarse personalmente.
Todos los partidos deberían de llegar a un consenso para que se actúe de la misma forma en los casos de corrupción. En la política hay que ser intolerante con esta lacra que desvirtúa su esencia misma y cortarla de raíz al más mínimo atisbo de interés personal. Algunos me acusarán de escribir cosas obvias, y tienen razón, todo esto es obvio, pero entonces, ¿por qué no se hace así?
Por otro lado, las cuentas de los partidos políticos deber ser extremadamente claras. Deben estar auditadas y desglosadas para saber cuánto dinero público reciben, cómo lo reciben, cómo lo gastan y dónde lo gastan. Esto también debe ser así para los sueldos de los políticos. La ciudadanía tiene derecho a saber a dónde van, cómo se gestionan y para qué sirven los €uros que aporta.
Republicanismo ideológico
Tras 22 años de socialismo no se ha producido una independencia absoluta y clara de los medios públicos de comunicación. RTVE estuvo al servicio de Felipe González en sus años de poder y también allí donde gobernaba el PSOE con sus televisiones autonómicas. Solo Zapatero se atrevió a hacer de la RTVE una televisión independiente, de calidad y para todos. Demostró que se podía, y que es lo que un socialista debe hacer.
No creo que valga la excusa de que el PP siempre utilizará los medios de comunicación públicos en su favor aunque el PSOE no lo haga y que esto una herramienta tan fuerte de control ciudadano que el PSOE no puede quedar en esa posición de desventaja con respecto al PP. Con ese razonamiento de «lo hago porque el otro también lo hace» caemos en la cuenta que hoy mucha ciudadanía y, sobre todo, el potencial electorado del PSOE piensa: es decir, que PP y PSOE son iguales.
Estoy convencido de que si el PSOE, como hizo con Zapatero, hace de la RTVE una televisión independiente, con el paso de los años este modelo se consolidará, y la derecha lo asumirá como han acabado asumiendo muchas otras cosas que no le han gustado. Es el PSOE el partido al que le corresponde llevar la delantera en calidad democrática, como la ha llevado en cuestiones de derechos civiles y sociales, a los cuales el PP se ha ido sumando posteriormente.
Independencia judicial
Tras 22 años de socialismo no se ha despolitizado la justicia y, ¡ojo!, no quiero decir que el poder judicial deba ser un círculo impenetrable y aislado de este mundo. En una democracia la Justicia, como poder del Estado que es, debe emanar del pueblo, y por tanto, siempre estará politizado. Con el término ‘despolitizar’, hago referencia a que la justicia no puede ser un cambio de cromos entre los dos grandes partidos para salvaguardar sus intereses partidistas.
En cuanto a la fiscalía, todos sabemos que es un cuerpo jerárquico y que, finalmente, la última cabeza que ordena es el Fiscal General del Estado, elegido por el Gobierno. Sería mejor que se votase por una mayoría cualificada –más alta que la mayoría absoluta- del Congreso de los Diputados. Algunos dirán que eligiéndolo el Congreso tampoco se despolitiza, pero el Congreso es la representación de la voluntad de los españoles, creo que un acuerdo en la elección del Fiscal General del Estado ayudaría en parte a reforzar la credibilidad y la independencia de dicho organismo.
Laicismo
Tras 22 años de socialismo la Iglesia Católica sigue teniendo unos privilegios desbordados en España. La financiación de la Iglesia se ha visto mejorada en los últimos gobiernos de Zapatero, en las escuelas públicas se sigue enseñando religión católica –y ahora con la LOMCE todavía tendrá más presencia y peso- . Esta institución está presente día a día en nuestras vidas y en el devenir de nuestro país.
La ley de libertad religiosa que se planteó el último ejecutivo socialista se dejó abandonada en un cajón, y con ella, el ansia de millones de españoles progresistas que desean de una vez que España pase de ser un Estado aconfesional -como quizá correspondía en la época que se redactó la Constitución- a un Estado Laico.
Me aventuro a decir que la sociedad española, si bien no ha dejado de ser católica, si está preparada para tener un Estado Laico donde se respete la libertad individual de cada persona pero sus confesiones no tengan fuerza decisoria en los asuntos políticos ni se adoctrine a los niños desde los colegios del Estado en una creencia determinada.
Economía
Tras 22 años de socialismo, el socialismo solo nos ha servido para amortiguar los terribles efectos de un capitalismo desbordado y para la obtención y el reconocimiento de diversos derechos civiles y sociales, pero no se ha levantado la voz contra la construcción neoliberal de Europa. Éste no es un problema del PSOE en particular, es un problema de la socialdemocracia europea general, que no solo no ha parado la construcción neoliberal de Europa, sino que ha ayudado en su construcción (porque la obsesión por la disciplina presupuestaria no es cosa de hoy, solo hay que echar un vistazo al Tratado de Maastrich, nada menos que de 1992).
En el terreno científico, literario y práctico el liberalismo le ha ganado la partida por goleada a la socialdemocracia, siendo en mi opinión superior la segunda a la primera.
Conclusión
Atajar todos estos problemas le hubiese supuesto muchos problemas al PSOE en algún tiempo, es evidente que manejar y tener el control de distintas cosas puede ser útil para mantenerse en el Gobierno, pero actualmente ya nada de eso vale. El PSOE debe elegir ‘democracia’ antes que ‘socialismo’, porque sin la primera es imposible realizar el segundo, y en una época tan complicada la democracia está en peligro.
Las instituciones democráticas están muy mal valoradas y según el CIS los políticos son el tercer problema para los españoles, ¡el tercer problema! Son signos evidentes de una crisis política, institucional y democrática peligrosísima que puede derivar en apoyo a populismos sin sentido e ideas extremas y completamente antidemocráticas. Las ideas de «ya pasará la tormenta» o «después de la tormenta siempre viene la calma» pueden ser excesivamente arriesgadas para el PSOE. Es cierto que la tormenta va a pasar, pero no lo es menos que hay tormentas que arrancan de cuajo casas que parecían bien amarradas al pavimento.
El PSOE tiene que reaccionar, y lo tiene que hacer, principalmente desde dentro, cambiando el funcionamiento del mismo, abriéndose a la sociedad, primando la meritocracia de su militancia, apostando por un funcionamiento 100% democrático y transparente del partido y después empezar a hacer las reformas valientes y arriesgadas que este país tanto necesita. La socialdemocracia tiene mucho futuro, pero tendrá que pasar de estar a la defensiva a proponer alternativas.