Inspecciones por la seguridad de los trabajadores

La prevención de riesgos laborales no es cosa de bromas

Miguel Ventayol

Las ardillas se aburrían observando el gentío, a la espera de que cesaran los ruidos y seguir con lo suyo: correr de un lado a otro, entre hojas crujientes y césped recién cepillado.

La Prevención de Riesgos Laborales es importante en cualquier trabajo, y las inspecciones y controles hacen posible que la seguridad de los trabajadores sea máxima.

En uno de los parques de Albacete evaluaron, días atrás, la salud laboral de sus trabajadores mediante un sencillo experimento (medición de ruido, en palabras técnicas): un trabajador pasaba el cortacésped y otro trabajador caminaba tras él con un medidor de volumen. Uno llevaba mono verde amarillo (los más osados y descarados los llaman Gusiluz), el otro vaqueros y cazadora gruesa.

Daban vueltas y vueltas a un tramo de hierba impoluto, como los parterres de las películas inglesas.

Frente a ellos, siguiendo la tradición española más castiza, varias personas miraban cómo otras trabajaban. Quizás fueran sus jefes, quizás fueran simples espectadores del trabajo bien hecho. O críticos constructivos: “Parece que ahí se ha dejado una brizna. Ese ‘roal no está bien ‘rematao’. Tiene que apretar más la máquina, si no, no corta bien. Tengo yo una en la parcela que corta el doble que esa”.

Los trabajadores, ajenos a las miradas, los comentarios y las sonrisas, seguían haciendo su trabajo con calma, exagerando cada gesto.

El operario de jardinería para que el técnico de riesgos laborales no se perdiera en la medición. El prevencionista concentrado para que su jefe constatara cómo utilizaba el sonómetro y así prorrogarle el contrato temporal.

El resto de compañeros, operarios de la limpieza, en su horario de almuerzo frente a bocadillos recios, cervezas y vinos con casera. Los observadores hablando de la principal noticia del día: el frío.

Operario uno y técnico dos dando vueltas con el cortacésped para obtener el promedio adecuado con el cual establecer el nivel de ruido de la máquina. Vuelta, giro; vuelta, un giro más.

El prevencionista recordaba con dolor y una sonrisa, su primera medición en el Parque Lineal: caminaba detrás de la máquina, concentrado en el sonómetro. El cortacésped giró, él no. Se dio de bruces contra el tronco de un árbol con el resultado de chichón tamaño diez duros y guasa general en la Mutua.

miguel ventayol, prenvencion, riesgos laborales