López-Espejo se despide del que fuera su profesor

«En memoria de Paco Segovia, buena persona»

José Eduardo López-Espejo

Hace unos días nos dejó Paco Segovia. Paco era como le gustaba que le llamaran, en su sencillez y amabilidad. Como se ha dicho estos días, por parte del alcalde de Villarrobledo, una gran persona con capacidad humana e intelectual.

También su hijo David recordaba otras cualidades de su padre como su entrega a los demás, honradez,  y timidez. Podríamos seguir y seguir, pero si queremos un calificativo que englobe lo que era Paco y cuales eran sus cualidades humanas este sería que era “una buena persona”.

Conocí a Paco un verano de hace treinta y tres años, ese mismo curso que comenzaba en octubre fue mi profesor en el instituto de Villarrobledo, un lujo para los alumnos de bachillerato tener (aunque fuéramos de ciencias), a un profesor licenciado en Filosofía y Letras, doctorado con el insigne Lázaro Carreter, y con distintos másteres. Me ayudó como profesor y como persona, me animó a conocer las letras de las que yo no era muy amante, pero sobre todo a entender la vida. Aunque evidentemente seguimos destinos distintos y perdimos el contacto, siempre lo tuve presente y lo tendré.

Hace unos años conocí su verdadera vocación “poeta”, y recibí un valioso libro suyo que me dedicaba y me recordaba que su lectura me podía proporcionar “Paz y Serenidad en los muchos quehaceres”. Y tenías razón, ahora con la emoción de que siempre te recordaremos  quiero transcribir tus reflexiones en la contraportada de tu libro de poesía:

“Papel, pluma y folio en blanco… y

un torrente de imágenes que me transportan

hasta mi creencia en el ser humano.

El amor. O la muerte.

Por eso, este libro libera también

protege intimidades y juicios que, de otro

modo, no tendrían cauce de expresión,

Pues sólo la poesía –los poemas-

conoce la palabra exacta para comunicarlos.

La poesía trasmite mejor que

ningún otro género.

Ahonda más en el ser humano.

Es, además, la voz del pueblo que en

sus canciones y dezires va gastando su

alma en el tiempo entre alegrías y tristezas,

repartidas por igual».

 

Paco, hasta siempre, un amigo.

José Eduardo López-Espejo Martínez

Empresario

 

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