¿Quién sabe si los designios de un Ministro cambian cuando viene a la Mancha?
Eso pensaría Rafael Catalá cuando se desplazó a Albacete hace unos meses, en plena primavera albaceteña para intervenir en el congreso de disolución de la federación estatal de Transportes UGT (TCM-UGT). Era el paso previo para la constitución de la actual federación de Servicios para la Movilidad y el Consumo (SMC-UGT).
Porque en Albacete se hacen cosas de relevancia e importancia y asisten futuros ministros de Justicia, aunque en los despachos del Ayuntamiento y la delegación de la Junta no se lo creyeran.
Según cuentan, el Ministro fue cordial, dialogante y correcto, de hecho destacó “la importancia del diálogo, la negociación y el acuerdo”, palabras que puede que le pasen factura o puede que olvide. Porque Catalá ahora se encuentra a media España enfadada con el Ministerio de Justicia, pero en Albacete dejó buen sabor de boca.
Él fue de esos dirigentes que aceptaron la invitación de acercarse al congreso de uno de los sindicatos mayoritarios en España, UGT. Le acompañaban, a regañadientes, varios concejales del Ayuntamiento de Albacete.
En Albacete y en Castilla-La Mancha fueron muchos (de un lado, del otro y del centro) quienes ni contestaron a la invitación de Transportes UGT Albacete, aunque luego tuvieran que acercarse al congreso obligados por la presencia del nuevo Ministro de Justicia. Y por la relevancia nacional del acto.