Hay un concejal del Partido Popular que gobierna el Ayuntamiento de Albacete, Juan Marcos Molina que me caía bien. Sí, la verdad, lo consideraba un tío inteligente, educado, sin prejuicios y yo creía que hasta era buena gente. Nada que ver con los caciques mediocres que van todo el día lamiéndole el culo a Cospedal y contándole que solucionan problemas que no existen y que en muchos casos generan ellos con sus venganzas personales en los pueblos…
¡Qué engañado he estado! Yo que pensaba que Juan Marcos era distinto; un hombre liberal, urbanita y bien hablado. Y sin embargo, parece que le gusta hacerle el juego a los incultos caciques que llevan años generando crispación y enfrentando a las personas que conviven en los pueblos. Mientras él duerme a pierna suelta en la capital.
Es el listillo de la clase en el aula del PP provincial. Es el defensor de las causas abiertas contra cabezas de turco del PSOE. Generalmente, lo más débiles. Alcaldillos o “concejaluchos” rojos, cuyo nivel económico es más bien bajo: en Munera, Ontur, Minaya, Villarrobledo, Alcalá del Júcar… Pequeños peones a los que a su partido no le importa sacrificar a cambio de que no toquen a los ‘mandamases’, ni a sus familias de sus acomodados puestos.
Hoy por ti, mañana por mí. Y ahí está Juan Marcos Molina, el justiciero, en la televisión de Castilla-La Mancha.
¡Ay, Juan Marcos!, al final, sois todos iguales en el PP. Digo yo, ¿qué ganas sumando enemigos en cada pueblo? Métete con los de arriba, si eres tan justo, ¿o no te dejan los gerifaltes porque hay intocables que son de su calaña?
NOTA:
Disculpad que haya tardado tanto en escribir. Me comprometí a hacerlo después de la Feria de Albacete y ha pasado un mes y medio desde entonces, ¡ay, divina Feria! De cuántas cosas se entera uno entre mojito y miguelito. No os preocupéis (a los que os gusta leerme) he vuelto para quedarme.