En Toledo ha tenido lugar una manifestación sindical. Una de tantas, pensarás. En ella, los sindicatos mayoritarios como UGT y algunos trabajadores menos atemorizados han salido a la calle a protestar y defender sus derechos con una herramienta y estrategia que otorga la Constitución. El asunto era exigir la retirada de la propuesta de amortización de plazas de interinos por parte de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.
La misma Constitución española de 1978 con la que se llenan la boca los partidos políticos mayoritarios, en Madrid y Toledo. Incluso en Barcelona.
Existe un derecho a la huelga, así como un derecho a la representación sindical. Pero no son reales. También tienes derecho a la intimidad.
La realidad es que no son derechos sino permisos condicionados.
Tienes que pedir permiso si quiere salir a la calle, como el niño pequeño que quiere jugar un rato más en los columpios; te lo pueden denegar.
Lo que es casi peor, te pueden castigar. Pagar con dinero o con lo poco que rasquen en tus bolsillos. Si no tienes dinero, incluso podrías ir a la cárcel.
Sí, sí, sigo hablando de España, de la España constitucional, de Castilla-La Mancha y de Albacete.
La misma manifestación que se ha desarrollado en Toledo estaba prevista en Albacete, esta ciudad democrática, linda y llena de hojas por las aceras. Esas lindas hojas que luego atascan las alcantarillas.
No se celebró. Por miedo, por presiones, porque el recorrido de la manifestación podría confundir. ¿Acaso terminaba en los juzgados? ¿Qué pensarían los jueces al respecto, podría condicionar su punto de vista? ¿Acaso terminaba en el parque de Abelardo Sánchez, se verían condicionadas las palomas, se cagarían en los manifestantes? Sí, eso era, terminaba en el sitio menos adecuado y algún colectivo con poder para manchar los hombros de los manifestantes, se vio amenazado en su espíritu ético y constitucional.
Por miedo y por presiones no se celebró, pero de boquilla, nada por escrito, aunque Albacete es suficientemente pequeño como para que todos sepamos los secretos de los demás. Y si tienes mala suerte, pincharán tu teléfono (la nueva ley lo permite, has de saberlo. Y ya se hace, has de saberlo. Si no quieres reconocerlo, tú mismo).
Porque las personas tienen miedo, aunque cada vez menos.
Miedo real.
A perder el trabajo, si lo tienes.
A que te rebajen el sueldo y las condiciones laborales, un poco más. Si te las han respetado.
A hablar.
Pero cada vez menos. Cada vez menos.