Voy a tirar piedras a mi propio tejado.

Cotilleando Internet descubrí que ha vuelto a pasar, la provincia de Albacete se ha colado en los informativos nacionales y no ha sido por la reducción del desempleo o el final de la crisis. Ni siquiera ha sido por Podemos.

El pueblo donde nací se ha convertido en noticia una vez más. Lo primero que pensé: una pena, otra vida truncada, más familias destrozadas, ¿por qué suceden estas cosas?

Investigué un poco por la red pero ya sabéis, lo que surge de un comunicado oficial se repite en la red una y mil veces. Así que, ¿para qué molestarme? Me centro en el medio de comunicación local, no pierdo el tiempo en el nacional.

Al principio no sabía de dónde era, era un chico, luego conocí su procedencia, con lo cual dejó de ser un chico para ser una persona procedente de… Se llenaron las redes de fotos, comentarios, posibles causas… comentarios…

Y un poco más tarde leo que el Alcalde, Valentín Bueno, llama a la calma e insiste en que «Villarrobledo es un pueblo tranquilo».

Piedras en mi propio tejado. Me dio un ataque de risa porque si algo caracteriza al pueblo donde nací no es la tranquilidad. Si algo caracteriza a los roblenses no es la calma y la pausa, sino la sangre caliente.

Entiendo que el Alcalde se vio en la obligación de decir algo, así lo hizo.

Pero no, las personas de Villarrobledo tienen la sangre caliente, el temperamento afilado y el gaznate repleto de ripios y chascarrillos dispuestos a atormentarte y atormentarme.

Será por el clima, será por las vinazas, será por los residuos lácteos, ¡uy! Esto está prohibido decirlo, perdón, perdón, perdón.

¡Vaya! Otra piedra en mi tejado.

En Villarrobledo tenemos (tienen) la sangre tan fría que se organiza el mejor festival de rock de España. Tenemos la sangre-horchata suficiente para organizar uno de los mejores y más divertidos carnavales del territorio nacional.

Dos topicazos, sí.

Como el que usó el Alcalde, porque se vio en la obligación de decir algo en la época en la que todos y cada uno de nosotros nos vemos en la obligación de dar nuestro punto de vista porque consideramos que es interesante.