La fiesta albacetense sin su mejor dibujante

El caricaturista albaceteño Alberto Mateos sí es cultura y se han olvidado de él en la Cumbre Taurina

Manuel Requena

Durante los actos realizados en Albacete los días 27 y 28 de febrero y el 1 de marzo de 2015 sobre la tauromaquia ha habido algunas intervenciones referidas a los aspectos culturales y artísticos de los toros haciendo referencia a Goya y a otros destacados nombres de la cultura española. Yo deseo añadir a un albacetense ilustre que debe estar en el recuerdo de los albaceteños por méritos propios y por su afición al mundo taurino. Me refiero a Alberto Mateos.

El mejor caritaturista que ha tenido Albacete en el siglo XX. Tomó posesión de la plaza de archivero municipal en el Ayuntamiento de Albacete en 1920 y continuó realizando caritaturas.

Republicano que en 1939, al finalizar la Guerra Civil fue expulsado de su puesto de archivero del consistorio y como no quiso marcharse de Albacete permaneció escondido en la casa de sus amigos durante nueve años. Al salir de este exilio interior, sobrevivió gracias a que ejerció varios oficios, ya que no fue readmitido en su anterior puesto. Esto no fue posible hasta la Amnistía de 1975, cuando recuperó su empleo como funcionario. Murió en 1987.

Su gran capacidad analítica y crítica, ya sea sobre los temas o respecto a los personajes, le llevó a realizar viñetas antológicas que hablan por sí solas. Ha sabido describir realidades de forma magistral y ha tratado todos los aspectos de la vida cotidiana.

Como Mateos era un gran aficionado de los toros realizó infinidad de viñetas sobre la fiesta taurina.

En los años 50, se vivía un ambiente taurino centrado en los dos toreros triunfadores, Montero y Pedrés. Este ambiente lo recoge en esta caritatura donde aparece una mujer que centra todo su interés y cariño por Montero y Pedrés a quienes mantiene en sus rodillas, mientras que el jovencísimo Chicuelo II está en el suelo enfadado en señal del desinterés que muestra con el la afición .

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Sin embargo, dos años después, cuando Chicuelo ya ha triunfado, realizó esta otra donde destacaba el valor de Chicuelo II.

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Ese mismo año, les dedica otra representándolos a los tres ases del toreo albaceteño.

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Actitud crítica ante algunos momentos de la fiesta taurina. Aquí nos muestra el afeitado de los toros, practica habitual al que se oponían los buenos aficionados.

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O esta viñeta que acompaña a una reseña de un aburrido festejo taurino en Valencia con una viñeta surrealista. La Cuadrilla Pasiva (publicada en La Voz Valenciana, el 30 de marzo de 1925).

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Su ingenio le lleva a relacionar los toros con la política como se puede apreciar en estas dos escenas. Ésta la realizó en junio de 1933, publicada en el semanario albacetense Juventud donde representa al líder José María Gil Robles preparándose para hacer el paseíllo y liderar la derecha española.

image6En la siguiente hay que situarla en marzo de 1931, vísperas de las Elecciones en que se enfrentan los monárquicos frente a los republicanos. Mateo títula la viñeta “Del espectáculo nacional”. El centrismo sale al ruedo político. En la que quiere reflejar la necesidad política que aparezca un partido centrista al que califica “de reserva” ante las dos fuerzas enfrentadas.

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 Manuel Requena Gallego, historiador

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