Una de las mejores frases que podemos utilizar y leer es: «Nunca llueve a gusto de todos». Y es cierto. Pregunten si no a aquellos camareros de un famoso restaurante de Toledo, ¿o era un hotel de Albacete?, que a pocos minutos de acercarse la hora del cierre, con las mesas recogidas y la cocina casi limpia, veían aparecer a una figura importante, relevante, altiosa y grandiosa. Con hambre de comer y dinero para cenar con colmo, beber y fumarse un puro. Aunque hiciera tiempo que no se puede fumar. Pero algunos pueden fumar.
Hay personajes muy personajosos, clientes muy clientelosos y dineros muy golosos. Unos lo saben y lo utilizan, otros lo asumen mientras callan.
Cuando entra un buen cliente en un restaurante el camarero resopla, el jefe echa cuentas. Cuando te dan bien de comer y mejor de beber, te alegras a dos carrillos.
Cuando tienes que echar cuatro horas más de tu jornada laboral el mundo deja de ser color rosa y pasa a gris transición.
Te dicen: «Trabajo es trabajo, ¿acaso no quieres trabajar?»
«Quiero un trabajo como el tuyo», dice otro.
«Nunca llueve a gusto de todos», díjole el tertuliano de voz grave y pasado político intachable. Para a continuación con voz grave y marcial continuar «Un director de radio como tú, ¡haciendo fotocopias! ¿No tienes una secretaría, coño?»
Quiero un trabajo como el tuyo.