Los recortes, el día a día en CLM

Ni para ‘bolis’ tiene la Administración

Estamos en periodo electoral, tanto a nivel político como sindical. Aquí una historieta de Ventayol de cómo los niveles presupuestarios pueden condicionar las necesidades más básicas de los trabajadores.

Miguel Ventayol

Es época de elecciones, ¡menuda novedad! Yo te doy, tú me das, yo soy guapo, yo lo soy más.

Pero no solo de elecciones municipales y regionales vive el hombre, también hay decenas de elecciones sindicales, muchas de ellas en centros de la Administración: SESCAM, Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, Diputación, Ayuntamientos varios, Correos.

Los sindicalistas, los de vocación y los otros, visitan los centros de trabajo con mucho ahínco y las carteras llenas de material publicitario. Dejan regalicos: unos calendarios, pegatinas, caramelos y, sobre todo, bolígrafos.

-¡Otro bolígrafo! ¡Muchas gracias! –Dice un funcionario de carrera, con cinco trienios de antigüedad a sus espaldas.

El sindicalista se sorprende, no escucha las típicas quejas sobre lo sinvergüenzas que son en los sindicatos o sobre si en Andalucía hay un ERE.

-¡Qué menos que unos ‘bolis’! Un detalle apenas -contesta el sindicalista, con una sonrisa. Comprueba una vez más que en la mesa de cualquier funcionario hay muchos folios de documentación, trabajo atrasado y tres ‘bolis’ con los logotipos de diferentes sindicatos. No olvidemos que en Albacete hay muchos, muchos sindicatos, en algunos casos hasta 8 participan en los procesos electorales.

-No es tontería, no tenemos ni para ‘bolis’ -dice el funcionario.

-Venga -contesta el sindicalista, aunque es la tercera vez que lo escucha esta semana. Le ha pasado en varias delegaciones o, como se denominan desde hace unos años: Coordinaciones Provinciales.

-No es broma, os agradecemos un montón que traigáis ‘bolis’ porque no nos compran material de oficina desde hace meses. De hecho, el que utilizamos para el público está marcado y le exigimos a la gente que lo devuelva porque lo tenemos que comprar de nuestro bolsillo. Es una vergüenza.

-Te digo una cosa, al final yo vuelvo al lapicero, que eso no te lo quita nadie de la mesa, y no falla. Total…-Dice el funcionario que hay a su lado, el mismo que no ha despegado los ojos de la pantalla de su ordenador desde que el sindicalista entró por la puerta. Tiene miedo de que lo convenzan, o de que le suelten un mitin gratuito.

Y si me dieras un marcador fosforito, me hacías la funcionaria más feliz de la provincia -dice riendo otra señora dos mesas más allá.

Por suerte el sindicalista lleva un par de marcadores fosforitos sin eslogan, empezados y algo sobados del uso. Como es periodo electoral, se los regala. Aunque sabe que la trabajadora no votará porque en la mesa y la pared tiene publicidad de otro sindicato.

Al salir, animado por la conversación y lo bien que se ha dado la mañana; pero desanimado por las malas condiciones de los funcionarios, el sindicalista recuerda lo que le contaron de la oficina de Correos de una importante localidad de la provincia. Según el responsable de la oficina, apenas disponían de 15 euros al trimestre para material de oficina. ¡Una oficina de más de 20 trabajadores!

Pero un ‘boli’, una regla, lapiceros, borradores, gomas elásticas, grapas, son bienes de escasa necesidad, prescindibles en épocas de crisis. Tanto que muchos trabajadores están más pendientes de disponer de elementos para trabajar que de las propias condiciones laborales que viven a diario.

El sindicalista vuelve a su centro de trabajo a recargar el bolso con más bolígrafos, repasa las condiciones de algunos trabajadores y en qué se está convirtiendo el sindicalismo del siglo XXI.

miguel ventayol, recortes