Albacete no tiene una gran Feria, sino que hay una gran Feria que tiene una ciudad. Albacete es Feria, porque «sin Feria» no habría Albacete. La extensión del municipio y lo que la han convertido hoy en la ciudad con más habitantes de Castilla-La Mancha fue la expansión de una Feria que, allá por el siglo XIII, decidió establecerse en el llano manchego, a orillas de la capital –en cuesta- Chinchilla.
Progresivamente fue adquiriendo cada vez más importancia hasta serle concedido en 1710 por el rey Felipe V el privilegio de Feria franca. Esa progresión en popularidad la ha hecho convertirse hoy en la única Feria, junto con la de Sevilla, en estar declarada de Interés Turístico Internacional. Por esa razón todos los albaceteños llevamos un trozo de Feria en el corazón, porque todos los albacetenses lo somos gracias a la Feria.
La Feria trasciende el contenido de unas fiestas patronales o unos simples días de festividad local, por su magnitud y relevancia, la Feria de Albacete supone una oportunidad de comercio, una oportunidad para dar a conocer las bondades de la tierra manchega: los hosteleros no dudan en servir los platos y vinos típicos de la provincia en todos los stands (pisto manchego, gazpachos manchegos, rabo, guarra, chusmarro, miguelitos…). Los cuchilleros invaden los arcos de la Feria para enseñar al autóctono y al visitante otra de las razones de ser de la ciudad: las navajas; y los grupos folclóricos amenizan la Feria con las tradicionales seguidillas y jotas regionales.
Pero, quizá, más allá de lo puramente económico, la Feria significa para un albaceteño el reencuentro con sus familiares que un día emigraron, la oportunidad de enmendar errores, el momento de volver a disfrutar de aquellos amigos cuyos destinos se separaron un día, o el recuerdo emocionado de los familiares que se marcharon para no volver más.
En definitiva, y como dijo el periodista Pedro Piqueras, “la Feria de Albacete es, simplemente, la constatación de que sigues vivo”.
En Albacete, el tiempo no se cuenta en años, se cuenta en ferias y la Feria es el tiempo del reencuentro, de la amistad, de la familiaridad, del ocio y de la exaltación de una forma concreta de sentir la vida, la manchega: humilde, sencilla, jocosa, del buen vino y el mucho tocino. Nuestro recinto ferial, único en el mundo, se convierte durante los 11 noches y 10 días que dura la festividad en nuestro hogar.
Servidor, que pese a su juventud ha visitado muchas fiestas tanto nacionales como internacionales, garantiza que la Feria de Albacete es, probablemente, uno de los mayores acontecimientos lúdicos, culturales y gastronómicos del mundo.
A las puertas del nuevo año albaceteño, a las puertas de la puerta de hierros que guardan nuestro imponente recinto ferial, solo queda desearos, ¡buena Feria albaceteños y visitantes!