(A propósito del Pleno del 9 de septiembre de 2015 de reprobación del alcalde de Albacete)
En la escena II del Acto Quinto de Don Juan de Molière, estrenado el 15 de febrero de 1665, dice Don Juan:
“[…] La hipocresía es una moda. Y un vicio que está de moda viene a ser como una virtud. El mejor papel que se puede desempeñar es el de hombre de bien. Y profesar la hipocresía ofrece ventajas admirables. Es un arte cuya impostura se respeta siempre. Y, aunque se descubra, nadie se atreve a criticarla. Todos los otros vicios están expuestos a la censura, y cada cual es libre de atacarlos abiertamente. Pero la hipocresía es un vicio privilegiado que amordaza todas las bocas con su mano fuerte y goza en paz de una impunidad soberana. El hipócrita, a fuerza de mojigatería, llega a formar una unión estrecha con los hombres del partido devoto. Topar con uno es echárselos a todos encima. Hasta aquellos que obran de buena fe, según la opinión general; hasta aquellos, digo, de cuyos sentimientos religiosos nadie puede dudar se dejan engañar siempre por los otros, caen de lleno en los lazos que les tienden los santurrones y apoyan ciegamente, con sus actos, a aquellos falsarios. […]”
Tiene interés el repaso completo de esta escena, o asistir a la próxima representación de la obra a final de mes, como es costumbre. El problema del alcalde del PP de Albacete y del Partido Popular, en general, es el de la hipocresía. Esa escena de Don Juan es conocida como una “profesión de hipocresía”, con ironía sangrante, en el mismo sentido que se habla de una “profesión de fe”. En la Escena Primera del Primer Acto de Tartufo, estrenada y prohibida en mayo de 1664, dice Dorina, doncella de Mariana, un personaje secundario, refiriéndose a los hipócritas:
“[…] Con acciones ajenas, pintadas a su modo, piensan justificar las suyas.”
Y esto nos coloca directamente en el Pleno del día 9. El alcalde cita un precedente remoto en que un alcalde de Albacete anterior contravino una decisión del Pleno, y no fue sometido a un proceso de reprobación. Y, cuenta la historia a su modo, como si se hubiera perjudicado, como ahora, a los habitantes de Albacete, en favor de los residentes de otras autonomías. En fin, a su modo, con la esperanza de así justificar su perjudicial acción en contra de los intereses de los albaceteños en relación con el uso del agua del Júcar.
El modelo de este comportamiento es el característico de Rajoy Brey que, por ejemplo, en una sesión de control en el Parlamento, hace ahora dos años, a la pregunta de Pérez Rubalcaba sobre la retirada de la tarjeta sanitaria a los inmigrantes irregulares, el jefe del Ejecutivo no destinó ni una palabra a los asuntos sobre los que se le había interpelado, y se centró en la descripción de la situación económica de España en 2011.
En fin, una respuesta irresponsable, desde el punto de vista argumentativo; y miserable, desde el punto de vista ético: como si fuera meritorio recrearse en aumentar el dolor allí dónde la desgracia ya ha golpeado previamente. Como ahora, votar a favor de los privilegiados en el uso del agua del Júcar, y en contra de los que estamos en situación más precaria: la práctica política entera del Partido Popular.
“En fin, dijo Don Quijote, bien se parece, Sancho, que eres villano, y de aquellos que dicen, viva quien vence” (Segunda Parte, Capítulo XX). Ahora que entramos en la celebración del IV Centenario de la muerte de Cervantes hay que agradecerle al Partido Popular su aclaración. En cualquier caso, la caballerosidad y la no villanía, si acaso, sólo podría estar de parte de la oposición al grupo del Partido Popular.