Se ha celebrado en Madrid una manifestación contra todas las violencias machistas, eso me ha hecho recordar algo que me pasó la última vez que me comí un happy meal; pero, ¿qué tendrá que ver un happy meal con la violencia machista? -se preguntarán ustedes-. Pues verán, hacía siglos que no me pedía el famoso y económico menú que venden para los y las más peques de la casa, creo recordar que desde que era un niño, por lo que no recordaba la carga implícita que llevaba tal menú. ¿De qué carga hablamos? Pues miren, la chica que amablemente me atendió me hizo una pregunta que me tuvo aturdido un par de segundos. -¿El juguete de chico o de chica? Cuando logré salir de mi aturdimiento le contesté: de chica, por favor.
Al abrir mi cajita y coger mi juguete no me sorprendió lo que vi, una muñequita perfecta, con cara dulce, pelo rubio y largo, delgada y unas piernas bonitas. Tras mi suspiro inicial empecé a buscar a mi alrededor algún niño que tuviese un happy meal como el mío pero con un juguete de chico, no tardé en encontrarlo. Allí estaba aquel niño tan feliz jugando con una especie de monstruito fuertote que lanzaba una especie de daga cuando le apretabas a un botón que llevaba incorporado en su espalda.
El juguete para la niña era tierno y dulce, compasivo y físicamente perfecto; el del niño, en cambio, era fuerte, aguerrido y violento, exactamente los cánones que la sociedad atribuye al género masculino y al femenino.
Desde pequeñitos, mediante algo tan inocente –a priori– como los juguetes, se nos está educando en los roles que debemos cumplir cuando maduremos. Se produce una cosificación tanto para hombres como para mujeres que perjudica a ambos, pero no por igual ya que si la cosificación es tanto para ellas como para ellos.
Para las mujeres tiene guardados los elementos “cosificantes” que tienen por objetivo impedir que ellas avancen hacia, resumidamente, el poder: debilidad –las muñequitas- cuidado maternal –los carritos con los bebés- cuidado del hogar– cocinitas, lavadoras, planchas…-. La mujer es débil y su mundo es el del cuidado materno y del hogar, de otra manera eres una mala mujer, una mala madre, o incluso una persona despreciable que no atiende a sus tareas o tiene descuidada su casa o a sus hijos.
Se produce una presión social enorme hacia ellas, por lo que muchas renuncian a emprender negocios, trabajos o aventuras políticas, ya que el día dura 24 horas y todas estas tareas requieren 30 horas diarias.
Los juguetes por tanto se convierten en un arma de doble filo en tanto en cuanto cumplen la función de socializar al niño, de darle poder para que eche a volar su imaginación, y le estamos dando herramientas que están sentando las bases para reproducir un sistema ilegítimo de dominación que tiene muchas caras y muchas formas (acoso, desprecio, insultos, menor sueldo por el mismo trabajo) y cuya forma más brutal y final es la violación o el asesinato.
Quizá una buena forma de comenzar a atajar el problema para que en un futuro no sea tan desolador como es hoy en día podría ser ir a la raíz, y enseñarles a nuestros niños que no existen juguetes de chicos o de chicas, sino que existen juguetes para la diversión de todos y todas.
¡Ah!, y los hombres también lloramos.