Un tipo da tumbos por el medio de la calzada en la Calle Ancha en Albacete. Habla por teléfono con una chica, se puede deducir por la sonrisa de su rostro, que también muestra un avanzado estado de alegría de espíritu.
Da tumbos en una calzada solitaria camino de la Plaza del Altozano. Hasta que aparece un taxi trasnochador. Sin perder la sonrisa ni el tambaleo, con un leve saltito sigue su conversación en la acera. Ella está lejos. Él no para de sonreír.
Albacete de noche.
Cuando la campaña electoral descansa, un grupo de amigos fuman mientras ven un concierto que no suena demasiado bien, cosas del directo y de la acústica. Al lado, una chica pregunta a su compañero si se meten una raya en el servicio.
En la puerta del establecimiento, un jovencito gana los euros que puede repartiendo invitaciones de un bar de La Zona.
Tabaco, chocolate, cocaína, pastillas.
El tipo de la agencia de publicidad que salta de los cuarenta y largos, algún bombero, varios funcionarios, tres agricultores y dos de la ferralla, un comercial de bebidas y un transportista mueven el pie, la cadera o apenas la cabeza al son de la música.
Albacete de noche.
La campaña electoral terminó hace un buen rato y ni siquiera en Twitter hay ya menciones a los supuestos plagios de Ciudadanos, los robos también presuntos del tipo ex jefe de la CMT, la televisión pública de Castilla-La Mancha.
La campaña descansa y la gente disfruta como puede. Además, hay cenas de Navidad, una excusa perfecta para dejar a la mujer, el marido y los niños, bien arropados en casa, al calor de los problemas rutinarios.
Un tipo alto, demasiado alto para ser manchego, acaricia el trasero de una treintañera. Pasarán la noche juntos. Puede que incluso amanezcan abrazados y descubran que un PACTO de madrugada no es tan buena idea a la luz del día.
Poco a poco las luces de la ciudad anunciarán jaleo. Las drogas se irán diluyendo en la sangre y la paranoia de algunos; otros vomitarán alcohol de alta graduación y baja calidad, mientras sueñan con la chica de mirada Angelina Jolie. Otros más soñarán con sillones mullidos en Madrid, una tertulia y rueda de prensa los viernes en Albacete, para aprovechar bien el fin de semana en la ciudad.
Con suerte, algunos incluso se verán de ministros, secretarios o directores generales. Con más seguridad soñarán con kilometrajes, buen sueldo, tablets y teléfonos de última generación y cuatro años para darle un achuchón a la hipoteca.
Pero todavía no.
Todavía Albacete se ve a través de los ojos de un tipo que da tumbos por la calzada de la Calle Ancha. Bajo las luces de Navidad de El Corte Inglés.