Por una de estas casualidades de la vida, uno conoce a personas y gentes en muchas situaciones diferenciadas, dando un paseo por la Plaza Vieja de Villarrobledo, preparando un discurso o charlando frente a un café sobre el futuro político de un partido. Y en estas ocasiones conoces a personas que luego, por azares de la vida, ostentan cargos o se convierten en personajes públicos.
Hablar de José Eduardo López-Espejo puede tener su punto de polémica ahora que ha dejado el cargo como presidente de la Asociación de Empresarios de Campollano (ADECA), el parque industrial (que no polígono) más grande de la región. Polémico porque se podrían tratar tantos temas como corresponde a un empresario de peso en la región, que se ha codeado con muchas, muchas personas y que conoce muchos, muchos chismes y secretos de empresarios, políticos y gente de bien. Polémico porque hablar bien de un empresario, un político, o un sindicalista siempre da pie a suspicacias.
Pero hay determinadas cuestiones que quedan para el ámbito personal y privado. Como la carta de agradecimiento que ha remitido a sus colaboradores y amigos, compañeros durante estos años como presidente de ADECA. Que sí, que solo es una carta, pero hay quien no lo haría ni loco. Hay quien olvida y obvia a quien no está en sus círculos, hay quien ni siquiera vuelve a saludar.
Hablar bien de un empresario en el siglo XXI, con la crisis a punto de superarse, con los expedientes de regulación de empleo y los despidos marcando el futuro de miles de trabajadores. Con acosos manifiestos, denuncias, faltas de negociación en convenios, entre otras muchas cuestiones, es una tarea que a veces se hace solo por motivos interesados, políticos, subvenciones y amiguismos.
Pero hoy no toca denuncia, toca mi parte de reconocimiento gratis. El expresidente de ADECA dejó su cargo algo más tarde de lo que pensaba, de manera pausada, tranquila y cuando le Ejecutiva de la Asociación estaba completada para que el trabajo siga su trayectoria y la asociación pueda trabajar para el futuro de Campollano.
Hace unos años asistimos a una huelga de esas que molestan a muchas personas y a otras trae sin cuidado, una huelga de los sindicatos a José Luis Rodríguez Zapatero, del Partido Socialista Obrero Español (que sí, que sí, que los sindicatos hacen huelgas al PSOE, cansinos). En esta huelga sucedió algo extraño aunque normal si se tiene en cuenta el talante de la persona de la que hablo. No lo digo yo sino que me lo comunicaron después y me atrevo a reproducir sin mencionar quien (un periodista y un sindicalista).
Las palabras más o menos venían a decir que José Eduardo López-Espejo se portó como un caballero pues «que un señor aguante estoicamente que le suelten el discurso y luego, con toda la educación del mundo, defienda sus posiciones, de forma firme y respuestuosa, es algo que llama la atención, y mucho». Esto sucedió en un piquete informativo cuando aún no había salido el sol de septiembre en Albacete. Además, añadieron: «Cuando alguien demuestra qué es eso de saber estar, se agradece y más, tal y como está el patio».
Hoy es uno de esos días en que uno quiere agradecer su parte correspondiente, al calor del café mañanero, cuando las prisas por los discursos bien hilados quedan atrás, cuando los secretos que vienen desde Toledo, pasan por Campollano y se encaminan a la Plaza del Ayuntamiento se convierten en notas privadas, recuerdos de quien llama para preguntar por la familia, los niños y si les va bien en el colegio.
Mi parte de reconocimiento de un tipo de Villarrobledo a otro tipo de Villarrobledo.