Andrés García Cerdan (Fuenteálamo, 1972)

Mario Plaza nos sumerge en los poemas de ‘Barbarie’

  • Otra propuesta de lectura de Barbarie de Andrés García Cerdán

Mario Plaza
Por la cascada antigua de barrancos
te dejarás llevar muy lejos, tanto
como seas capaz de ser ligero
y rebotar sobre las aguas
del río que se empeña en engullirte.
(La piedra, Pág. 13)

Al libro de 27 poemas, de la prestigiosa colección Adonáis, Rialp, S. A., Madrid, 2015, le fue concedido el año pasado, en una selección de finalistas de un alto nivel de excelencia literaria, el XIX Premio Alegría del Ayuntamiento de Santander.

La dificultad que se presenta, al tratar de cumplir con el arriesgado empeño de hacer una propuesta adecuada de lectura, es que tengo cada día más sospechas de no ser buen lector, y de casi no hacer justicia a los textos por imposición a los mismos de los problemas y las obsesiones que en cada momento, al leerlos, me preocupen o estén simplemente presentes en mi pensamiento, en mi forma de mirar en relación con otras lecturas o con determinadas situaciones por las que pueda estar pasando.

En la presentación de este libro el 18 de diciembre en la Librería Popular, por ejemplo, Antonio Jiménez insistía en que la temática social a la que aludía el título, apenas se presentaba en unos pocos poemas. O Cipriano Játiva apuntaba con intensidad a la pura belleza en la lectura del poema Historia Naturalis

Perdonadlo por su belleza,
por su arrogancia. (Pág. 38).

O en el primer poema de la serie La caja de los dibujos imposibles

Aprieta con fuerza un rotulador edding, lo planta encima del papel y 
en un trazo continuo, único, extrae de las profundidades de su imaginación
un dibujo. Es solo un perfil dice, unas siluetas. 
Luego les da color, y las ilumina por dentro, y las hace arder
hasta volverlas figuras vivas (Pág. 48).

Tal vez el siguiente dibujo, Chica bien, de Karmina Ramírez,

dibujo

pueda servir de referente y mostrar, de paso, la ironía de las dos caras en el objeto.

Veamos otros detalles de sus poemas:

Sobrevive la infamia de saber
que somos la alimaña más dañina,
más inconsciente y más cruel del mundo. (Los Bárbaros, Pág. 21)
Sobre nosotros saltan las palabras,
los daños y los días
con toda su barbarie ilimitada.
En nuestra carne hunden sus colmillos
afilados, su arisca incertidumbre. (La selva, Pág. 37).

Dice Th. W. Adorno en la página 186 del tomo 12 de la Obra Completa, Filosofía de la nueva música, Akal, Madrid, 2003:

La autenticidad estética es una apariencia socialmente necesaria: 
ninguna obra de arte puede prosperar en una sociedad fundada en la violencia 
sin servirse de la propia violencia, pero con ello entra en conflicto con su verdad,
con su hacer las veces de una sociedad por venir que ni conozca 
ni tenga ya necesidad de la violencia.
El recuerdo es el vestigio de la injusticia perpetuada que esa autenticidad supera
al mismo tiempo en el pensamiento, pero que es a lo único a lo que, sin embargo, 
debe también toda su universalidad y su carácter vinculante.

¡Ah!, entonces la temática social no estaría tanto en el contenido de sus referentes, sino, sobre todo, en la socialmente necesaria apariencia de su autenticidad estética. Y esa es mi propuesta de lectura. Aunque creo que lo he vuelto a hacer: a leer el necesario y sentido libro de Andrés García (Fuenteálamo, 1972) desde la perspectiva del texto anterior y de las presentes circunstancias sociopolíticas que nos conciernen. Y eso es como imponerle una significación extraña. Y además sin excusa ni perdón al admitir, como acepto sin reservas, que exactamente interpretar un texto es lo opuesto a una donación subjetiva de significado.

Aunque, en otro sentido, piensen ustedes en cómo podrían concretar el significado del fragmento de Th. W. Adorno sin algún ejemplo de obra de arte como los poemas de este libro de Andrés García Cerdán. Prueben, inténtenlo. Y para cerrar el ciclo en el sentido que indicaba el texto de Adorno, se lee en el penúltimo poema:

En su desolación,
las palabras no han conseguido
huir de tanto desencanto
ni pensarse libres en otros libros
ni evitar esta trampa,
su nevada estéril, su larga
marcha inútil y fría
sobre un mundo que no les pertenece. (Sobre el invierno, Págs. 58-9).

A ese mundo al que pertenecen las palabras, y que no es éste en el que estamos viviendo, nos remiten los poemas del, para nosotros no prescindible, libro del que estamos hablando.

 

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