Desde que se destruyó gran parte de los edificios de las «Calle Ancha» de Albacete, a principios y mediados del siglo XX, pensaba que los albaceteños -y mejor dicho sus dirigentes- habían aprendido la lección, ya que nada más ver las fotografías de las bonitas construcciones que estaban tanto en esa calle como en el Altozano, deseábamos que esto no volviese a repetirse.
Pero como dice la frase “el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra” y verdad que es. Primero decir que los servicios de Urbanismo municipales han fallado estrepitosamente, informando positivamente ante la solicitud del dueño para quitar las rejas de la antigua sede de Bancaja, en las confluencias de Marqués de Molins con Concepción. Posteriormente, la Comisión Provincial de Urbanismo, dependiente de la Consejería de Educación y Cultura de la J.C.C M, que no tuvo la rapidez exigida para paralizar la obra nada más iniciada, cuando los medios de comunicación se hicieron eco y, finalmente, este alcalde, que nos ha tocado en la tómbola, que parece que no conoce el refrán de “rectificar es de sabios”, ya que su cabezonería para no parar el desaguisado nos ha llevado a que con premeditación y nocturnidad una radial cortase los gonces de una obra, catalogada históricamente como protegida.
Sé sinceramente, que un alcalde de una gran ciudad como es Albacete, no puede estar en todo, pero cuando los medios dieron la voz de alarma con las rejas, tenía que haber firmado inmediatamente un decreto de paralización y mandar a la policía local para ejecutarlo urgentemente. Posteriormente recabar los informes técnicos y artísticos necesarios y, por supuesto, el informe vinculante de la Comisión Provincial de Patrimonio. Estoy seguro que con toda esa información podía haber impedido este atentando al patrimonio cultural de Albacete y no solamente de la ciudad sino de todos los ciudadanos que vieron como con las rejas se perdía algo de ellos.
A mi juicio, la última intervención ante la prensa del alcalde, no reconociendo el error, es una auténtica metedura de pata, que le traerá consecuencias tanto políticas como legales, porque la solución que dio es un verdadero disparate. Vendió la solución de que las rejas pasen a un almacén lúgubre, donde duerman el sueño de los justos y en donde se llenen de polvo. Y lo peor de todo, que con el paso del tiempo vayan desapareciendo.
El señor alcalde tiene que recordar y tener en su mente lo que pasó en el siglo XX con muchos elementos arquitectónicos de Albacete que se retiraron de las calles y después se deterioraron o simplemente desaparecieron. El otro día en mi intervención en Visión 6 TV, recordábamos lo que ocurrió hace años con la famosa puerta de los picos, primero se quitó de su edificio original, pasó a un almacén municipal, donde se perdieron partes arquitectónicas importantes; después se puso en un lugar erróneo y fue pasto de la barbarie y del incivismo . Finalmente, lo que quedaba de ella, esta vez con buen criterio, se instaló en una de las puertas de la Posada del Rosario.
Yo pienso que viendo la cabezonería de este alcalde, que ya ha anunciado que no volverán a su lugar las rejas, tendría que actuar en defensa del patrimonio artístico la Delegación de la Junta en Albacete, primero paralizando todas las actuaciones, segundo pidiendo todos los informes técnicos necesarios y, finalmente, obligando al Ayuntamiento a reponer las rejas a su lugar del que nunca debieron salir. Si esto no es así, perderemos nuevamente una parte de nuestro patrimonio histórico y ya van algunos. De no ser de este modo, dentro de unos años nos arrepentiremos todos. Y, si no… al tiempo.