Lanzar consignas que imposibilitan la negociación

El error estratégico de Pablo Iglesias

Manuel Requena

Cuando Pedro Sánchez aceptó formar un gobierno coaligado tenía dos opciones: negociar con Pablo Iglesias de Podemos, por su izquierda; o con Albert Sánchez de Ciudadanos, por su derecha.

La actitud de Pablo Iglesias era demasiado arrogante y parecía considerar que había llegado el momento de ‘tocar poder’, exigiendo la vicepresidencia del Gobierno y algunos puestos más, junto al derecho de autodeterminación e indicaba ser incompatible con Ciudadanos, “ya que era el PP disfrazado”. Por el contrario, Albert Rivera se mostró dispuesto a negociar sin condiciones previas. Por eso, Pedro Sánchez inició la negociación con Ciudadanos, aunque ello suponía un giro a la derecha, pero se trataba de iniciar negociaciones, para después abrirlas a otras fuerzas. Acción arriesgada pero acertada, pensando que Europa pedía a España más sacrificios y ello suponía mayor dificultad de llegar a un acuerdo con Podemos.

Un gran acierto estratégico de Pedro Sánchez. Y negoció un programa de Gobierno con las correspondientes renuncias de ambos en su programa electoral, elaborando cien medidas, apoyadas por 120 diputados, o sea, la fuerza mayoritaria frente al PP o a Podemos.

Las exigencias iniciales de Pablo Iglesias le habrían llevado a perder la primera batalla y, tal vez, la más importante en la lucha para incrementar su poder. En el debate en las Cortes atacó a Pedro Sánchez, con el fin de debilitarlo, como si fuese el enemigo a batir en vez de un posible aliado en el futuro inmediato. Esto dejaba claro que Pablo Iglesias trataría de romper esta alianza, poniendo todos los inconvenientes posibles para un futuro pacto, como se ha puesto de manifiesto en las dos semanas siguientes. Se ha dedicado a lanzar consignas que imposibilitaban la negociación y con ello justifica su inactividad. Ideas como su incompatibilidad con Ciudadanos; la exigencia de que se formase un Gobierno de coalición de las fuerzas progresistas, o sea, las izquierdas sin ciudadanos; o reitera que se prepara un pacto tripartito PP, Ciudadanos y PSOE, pretendiendo asustar a las clases bajas. Y para justificar su alejamiento de Pedro Sánchez, lo acusa de dejarse “arrastrar” por Rivera hacia la derecha para confluir finalmente con el PP. Acción imposible ya que Ciudadanos ha dicho en las Cortes que es incompatible con un Gobierno del PP. Lo culpa de seguir la consigna de Felipe González que le ha prohibido pactar con Podemos; o lo que es peor, de “traidor a los ideales de la izquierda”, por haber firmado un primer acuerdo con Albert Rivera.

El tiempo corre en contra de su estrategia ya que se aprecia un desencanto de un sector de Podemos respecto a su actuación. El distanciamiento entre Iglesias y Errejón se ha puesto de manifiesto hace dos semanas con diez dimisiones en Madrid y varias renuncias más de cargos afines a Errejón. A ello añadimos la destitución fulminante del colaborador más directo de éste, recordando los métodos habituales de los partidos de “la casta”. Además, los diversos sondeos realizados esta semana, le auguran un posible descenso, en caso de haber elecciones, situándolo en cuarta posición detrás de Ciudadanos. Y no hay que olvidar que un sector de Podemos es partidario de llegar a un acuerdo. Mientras, Pedro Sánchez habla con posibles aliados con quien ha pactado gobiernos locales como en Valencia, Galicia o Madrid.

En esta complicada situación, Pablo Iglesias se verá obligado a sentarse con Pedro Sánchez el día 30 de marzo para realizar un primer acercamiento de posturas y rebajar algunas condiciones. Los dos están llamados a llegar a un acuerdo, sin desplazar a Ciudadanos. Tal vez no lo consigan en este primer encuentro y necesiten un segundo o tercer intento

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