¡Hola chicos y chicas!
Bienvenidos a Albacete, el lugar donde nunca pasa nada.
Aquí no pasa nada ni ha pasado, ni pasará porque no hay quien mueva un dedo, por miedo o riesgo a sufrir una amputación.
De la crisis hemos salido, algunos más que otros, así que no hay que preocuparse del empleo ni del dinero. De hecho, del dinero solo se preocupan quienes tienen mucha pasta, se preocupan de cómo conservarlo, cómo hacerlo crecer y cómo hacerlo brillar.
En Albacete no pasa nada, un despido por aquí, un robo por allá, un fraude por acullá.
Pero nada del otro mundo, porque en Valencia son peor, en Alicante ni te cuento y en Madrid, bueno, en Madrid no dan un palo al agua.
¿Por qué preocuparse, pues, en provincias?
La hostelería tira y va tirando, los bares se llenan pero el paro no para y los sueldos no suben; aunque por otro lado, ¿qué más da mientras me sirvan el café calentico y a tiempo? «A mí con sacarina». «¿Tienes leche desnatada?»
Pero nada de chillar, nada de gritar, nada de alterarse porque eso no está bien. Podría tomarse como un mal síntoma, antidemocrático, antisistema… tus pensamientos podrían alterar la calma.
La calma tensa en el lugar donde nunca pasa nada.
Donde no hay drogas, ni ladrones, ni putas, ni fraudes, ni banqueros, ni abogados, ni tíos con coleta.
Pero sí tenemos zona azul, tenemos contenedores de reciclaje llenos hasta lo insalubre, ¡tenemos palomas y estorninos!, tenemos carril bici y ladrones de bicicletas. Tenemos hasta famosos de la tele cuyos retratos con los fans provocan críticas millonarias. Tenemos republicanos y órdenes secretas que se reúnen en parcelas privadas a las afueras. ¡Tenemos despedidas de solteros y solteras!
Y tenemos suficiente sentido del humor como para saber que la calma tensa manchega es más peligrosa que el vino con el estómago vacío. O servir unas gachas sin pan.