Sin demasiada justificación, solo por una intuición que se desprendía de la situación aparente reflejada en la información que proporcionaban los medios de comunicación, conjeturaba, hace unos días, que lo que de alguna forma dividía a Podemos era elegir entre una estructuración más transformadora de su organización política, por una parte; y un proyecto más inclusivo, que pudiera suscitar mejor una adhesión mayoritaria, por otro. Que se trataba de elegir aquella estrategia de las dos que resultara más eficaz.
Pero desde que me planteé la situación de Podemos, en la alternativa en que parece estar situado el partido, he tenido en la cabeza de manera difusa un problema de ajedrez de cuando era joven y competía y, claro, en esas circunstancias, era necesario estar entrenado y estudiar. Es el ejemplar problema nº 1 del manual Teoría de las finales de ajedrez, de R. Reti (Ricardo Aguilera Editor, Madrid, 1972). El diagrama se reproduce a continuación.
Si jugaran las negras, tendrían la partida ganada de muchas formas. Bien avanzando el peón negro hasta su coronación (1. …, P5T), o bien jugando su rey para conjurar el peligro de coronación del peón blanco de la sexta fila (1. …, R3C).
Si jugaran las piezas blancas tendrían que organizar su juego atendiendo a tratar de impedir la coronación del peón negro, cosa imposible, pues éste lleva dos líneas de ventaja al rey blanco. O, de manera alternativa, tratar de proteger su propio peón, finalidad más difícil todavía, porque hay cuatro columnas de separación entre el rey blanco y su peón, al que separa sólo una columna del rey negro. Desesperada situación para las piezas blancas.
No obstante, el enunciado del diagrama es: Juegan blancas y hacen tablas. ¿Cómo consigue el bando blanco equilibrar la partida? No me puedo extender mucho en la solución, que no resulta difícil de entender para los que posean un cierto nivel de juego, pero que, tal vez, resulte inasequible para los que no dispongan de esa habilidad. La clave estratégica está en atender simultáneamente a ambos objetivos. Si las negras optan por hacer coronar el peón de la columna de torre, al rey blanco le da tiempo a defender su peón y a apoyarlo para que también corone, y obtener las tablas. Y si las negras optan por capturar el peón blanco para evitar el desenlace anterior, entonces a las blancas les da tiempo para capturar al peón negro. El desarrollo es el siguiente: 1. R7C, P5T; 2. R6A, R3C; 3. R5R, P6T; 4 R6D, P7T; 5, P7A, Tablas.
Las otras posibles alternativas para cada jugada están en las páginas 17 y 18 del libro citado. (La dirección de una versión en formato pdf es https://e-nautia.com/erich.g/disk?p=6190360).
Si los dirigentes relevantes de Podemos reflexionaran sobre esta solución, y fuera que la situación real de su partido pudiera de alguna forma asimilarse al esquema estratégico que se manifiesta en la disposición de las piezas en el problema de ajedrez citado, quizá pudiera soslayarse en parte la división que ahora parece paralizar a su formación política. Además desde esa perspectiva se lograría tener una visión más fecunda de la configuración del campo (en el sentido de Bourdieu) político de referencia, y tal vez, incluso, se desprendería una lección de vida en concordancia con las sugerencias de Nietzsche en La gaya Ciencia: ser diestro en tenderse sobre las cuerdas del azar y capaz de danzar sobre el abismo.
Lo que el ejemplo parece recomendar a Podemos es que se vayan dando pasos a la vez, de momento, en la capacidad trasformadora y en la disposición inclusiva, y así conducir a las fuerzas adversas a decidirse por alguna opción en el momento en que ésta pueda ya ser neutralizada.
Además, los campeonatos se juegan a muchas partidas. Y obtener el equilibrio en una situación desfavorable mina la moral del contrincante; y, como muestran las historias de los campeonatos de ajedrez importantes, los resultados así acaban por ser los más determinantes para obtener, al final, la victoria.