Los padres queremos lo mejor para nuestros hijos. ¡Hombre claro!
Y en este tiempo, no me preguntes si por las crisis, porque la gente está cansada de rutinas o porque sí, el movimiento cultural de la provincia de Albacete está creciendo, se puede comprobar día a día, fin de semana a fin de semana. ¿Que no es mayoritario? Tranqui, para eso están los megaconciertos del Palacio de los Congresos.
Uno de estos ejemplos es el trabajo que están desarrollando desde el equipo docente del Torrejón y Velasco, el conservatorio de Albacete, que trae semana sí semana también a músicos increíbles, de lo mejorcico de España.
Lo normal es que a muchos no los conozcas, ea, como yo, no hay que avergonzarse, solo acercarse a disfrutar.
Esta semana toca hablar de Oriol Saña, un chaval, hombre, persona o músico que ha ofrecido un cursico a los chavales del Torrejón y Velasco. Y cuando digo un cursico digo master class, pero esto suena pedagógico y lejano. Cuando realmente no lo es.
El Torrejón y Velasco, sí, el conservatorio de música de Albacete, el de la calle Zapateros.
Si vieras con qué naturalidad, modestia y cercanía trabaja, pensarías que Oriol Saña es otro coleguita músico de esos que nunca sabemos cómo se puede ganar la vida en España. Pero este músico ha tocado con Loquillo, con Alaska, ha estado en la Warner Bros, ha hecho bandas sonoras de pelis y les ha dado clases a chavales de Albacete. Lo que se llama Master Class y no son sino clases personalizadas y abiertas. Aparte de su experiencia profesional, tiene una experiencia docente bestial, y unas capacidades a prueba de niños y niñas de doce años y adolescentes.
Es bueno, muy bueno: sabe transmitir a los chicos cuestiones tan sencillas como relajarse, sentir la música, bailar mientras tocas («sin hacer coreografías») y disfrutar de lo que hacen mientras lo hacen. Sin más. Es tan sencillo que da miedo; lo hace tan fácil, conecta con tanta intensidad con los críos, que se empapan sin notar el cansancio.
A veces sucede que dos niños que no se conocen se arrodillan frente a unas construcciones en el suelo del pasillo, el uno le pregunta al otro: ¿Jugamos? Pues Oriol lo que les dice a los chicos es: «¿Tocamos?» y los críos se amarran a sus instrumentos a darle a las cuerdas.
Sin partitura, sin papel, sin limitaciones, sin pretender ser los mejores.
Cuando se dan cuenta, la hora se les ha pasado y dibujan en sus rostros la sonrisa de quien disfruta.
Puede que lleguen a tocar delante de cinco, cien, diez mil personas; puede que no. Esto depende de muchos factores. Pero el aprendizaje que habrá quedado en su interior no se irá, seguro.
Ahí al lado, en el Torrejón y Velasco. Te animo a que descubras las cosas que ofrece porque cultura, música y educación son el progreso del sitio donde vivimos.
Te animo a que descubras a Oriol Saña en su cuenta de Spoty: