(Parafraseando a la Creadence en Born on the Bayou)
Nacido entre vinazas,
así es como crecí, como mis mejores amigos
entre el aroma
de los restos de un buen vino.
El aroma
reconocible desde kilómetros
ahuyentaba los malos espíritus
aunque más los ahuyentaban
los ogros y brujas nacidos
frontera adentro.
Nuestros padres no nos avisaron
del miedo que les metieron en el cuerpo
y palos en las costillas.
No nos avisaron de que
no cometiéramos sus mismos errores.
No nos dijeron: “Huye, corre lejos, no mires atrás”,
porque todos nosotros
nacimos entre vinazas.
Recuerdo un Jueves Lardero
sin más merienda que un bocadillo
de chorizo.
Mirando con envidia las bicis
que corrían
por todo el pueblo
en busca de un lugar donde esconderse
de los ojos de los mayores.
Nadie me dijo que montar en bici era un placer de ricos
o un lujo de pobres
entre vinazas.
Allí huíamos las tardes de sábado, las tardes de primavera.
Escondidos de la edad adulta,
cuando nos faltaba tan poco
para diferenciar entre el vino bueno
el vino malo;
y el único vino que echarnos al cuerpo.
Nací en el sitio menos adecuado
un sitio de paso
como de paso
estaban mis padres;
que no supieron explicarme
la diferencia entre huir y vivir,
estar de paso o resistir.
Ese matiz que yo no sabría explicar
nacido entre vinazas
con el veneno inoculado,
desde el pecho hasta el bajo vientre.
Descastado sin saberlo
sin patria, sin saberlo.
Pero entre vinazas,
un olor que nos acompaña
donde vamos.
¡Troyano!
¡Qué mejor patria que los restos del vino!
¡Qué mejor patria que el aroma de la vida!
La vida que te dejas entre restos putrefactos.
Nacido entre vinazas,
tu aliento te delata
a kilómetros de distancia.
No hay Quijotes, ni luchadores,
no hay virreyes salvadores
ni poetas ilustres.
Ni un mal cantautor que recite odas
con una guitarra de los años 70.
Sólo emigrantes,
emigrados,
descastados,
gente que busca
porque sus padres no les explicaron
la diferencia
entre huir y vivir;
estar de paso o resistir.
Un lugar de brujas,
un paisaje
cobijo de amantes, reposo de caminantes,
máscaras de cuaresma
y extrarradio de viñas,
donde dar rienda suelta al amor,
el vicio y la lujuria.
Nacido entre vinazas.
Recuerdo un día, un día de primavera,
alguien del norte,
de una ciudad moderna me dijo:
¿Por qué hueles a restos de vino y queso?
¿Por qué morir en tu tierra?
¿Por qué amar un lugar inhóspito dónde no hay
árboles sino chaparros?
Es un lugar donde puedes perder la mirada
más allá del Mediterráneo,
porque
al nacer entre vinazas
tu mirada siempre estará turbia, perdida
soñadora, enloquecida, enamorada.
Porque lo llevas en las entrañas,
porque puede que tu mirada sea como dices,
así, un poco
como la mirada de las
brujas.