El pasado 11 de enero fue la presentación del libro de Aurelio Pretel titulado ‘Los judeoconversos de Alcaraz entre los siglos XV y XVII: Llerenas y Barreras, Álvarez y Toledos, Vandelviras, Sabucos y Parejas ante la Inquisición’.
Con un local abarrotado por el acontecimiento la presentación corrió a cargo de Francisco García García, representante del Ecomuseo Sierra de Alcaraz y Campo de Montiel y del medievalista, Carlos Ayllón Gutiérrez, que puso de manifiesto la dilatada contribución histórica del autor del libro a través de sus numerosas publicaciones.
Basado sobre todo en documentación, buena parte de ella incluida en apéndice, se relata la desaparición de la comunidad judía, que en el siglo XIII era mucho mayor que las de Hita o Toledo, por ejemplo, pero mayor que las e Alcalá de Henares o Madrid. El antisemitismo asociado a la guerra entre Pedro I y Enrique de Trastámara, la hizo decaer de tal manera que en 1378 los judíos de Alcaraz eran “pocos e pobres” y, sin duda, desaparecerían, como otras aljamas de Castilla, a raíz de los pogromos de los años 90. A finales del XV, después de casi un siglo en los que no tenemos noticias de judíos, numerosos conversos serían acusados de seguir practicando la antigua religión. Muchos fueron quemados, y hasta “seteçientas personas hombres y mujeres” del arcedianazgo de Alcaraz fueron penitenciadas y salieron en una procesión celebrada en Toledo el 15 de enero de 1487.
El grueso de la historia, según se establece en el subtítulo, describe las circunstancias y estrategias para la integración en el orden social triunfante de los descendientes de varias relajadas: Mari López, María de la Barrera, y Mayor González de Montiel (“la Condenada”). Ésta última fallecida durante el proceso, fue condenada en 1504, según se recoge en el documento nº 4 del apéndice aportado por Carlos Ayllón, en una sentencia que mandaba exhumar el cadáver y quemar en efigie a la acusada (pág. 39).
Al final, tras una intrincada sucesión de procesos por sí mismos significativos y dignos de conocimiento, en la séptima generación de descendientes de las quemadas, hacia 1646, Gabriel de Pareja y Quesada, entre otros, obtiene el reconocimiento de que es “limpio, de limpia sangre sin mácula ni descendencia de moros ni de judíos…” (pág. 94).
En relación con el trabajo de este libro, explicado y defendido con tan contagiosa pasión por su autor en la presentación, le hemos podido plantear distintas preguntas.
- Desde el punto de vista historiográfico, ¿existirían razones para que un material documental como el que usted analiza haya tenido que esperar a esta fecha para ser desarrollado?
Respuesta de Aurelio Pretel. AP. Ninguna en especial. Simplemente, que ahora están más accesibles a través de Internet, en el Portal de Archivos Españoles. Entre estos y algunos documentos que yo tenía ya, o que también están colgados en la red, no he tenido siquiera que salir de mi casa. Ahora, desde luego, hay más facilidades para investigar que hace solo unos años.
- Ahora, desde una perspectiva sociológica, esa voluntad de integración, después del práctico exterminio, es sincera o es necesariamente defensiva, de autoconservación? Y además, ¿sería un fenómeno aislado, o se daría, y se ha dado, tras los desastres en otras circunstancias temporales y en otros entornos territoriales diferentes?
AP. Los autores discrepan. Netanyahu decía que casi todos eran realmente cristianos; Baer que casi todos eran criptojudíos. Yo pienso, como Caro Baroja y Rábade Obradó, que pudo haber de todo: conversos de verdad, criptojudíos, simples oportunistas e incluso ignorantes que se dejan llevar por las costumbres socialmente imperantes. Pero no cabe duda de que las conversiones no fueron voluntarias, por lo menos en su gran mayoría y en los primeros tiempos.
- Desde una perspectiva religiosa, ¿cabría compaginar, por ejemplo, la siempre vigente y extraordinaria autoridad de San Agustín, con su expreso mandato, Las Confesiones, Libro IX, cap. 13: “Venza la misericordia al juicio”, con los comportamientos de las instituciones cristianas que se describen en el libro?
AP. Todas las religiones tienen ese problema de las contradicciones en sus textos sagrados (el mismo Jesucristo de la paz y el perdón echa a los mercaderes utilizando un látigo y maldice a la higuera porque no le da fruto), pero más todavía entre el bien que persiguen de vincular al hombre con Dios y con su prójimo, y los medios brutales e inhumanos que suelen emplear para forzar a otros a acatar sus principios. La religión cristiana no es ninguna excepción. Por eso soy laicista, y me opongo a que un culto sea privilegiado por los poderes públicos o pretenda imponer sus convicciones a la ciudadanía. Hay que tener cuidado, porque las religiones o las ideologías que alcanzan el poder se vuelven fácilmente crueles y tiránicas, y no hablamos tan solo de la época medieval o moderna.
- Desde el punto de vista político, los desastres de las persecuciones desencadenadas por los vencedores en otras guerras internas ¿podrían considerarse comparables?
AP. Toda guerra civil suele acabar en la persecución del bando perdedor y de su ideología. En unas más que en otras, siempre hay ese ingrediente. Pero en el caso concreto de los judeoconversos hay muchos más factores: el racismo, la envidia de los cristianos viejos, el fanatismo de las autoridades religiosas, el ansia de revancha, cuando no de dinero…, además de la guerra, que en este caso no es el factor principal.
- Incluso la disparatada represión, con determinación genocida, posterior al triunfo final de la indigna sublevación militar de 1936, ¿podría considerarse un acontecimiento histórico y político de la misma categoría?
AP. A mí, concretamente, los últimos 15 años del reinado de Isabel la Católica me recuerdan bastante, en este aspecto, a los 15 primeros del Franquismo, en los que las familias de los represaliados, muertos o encarcelados por “rojos”, las mujeres peladas y humilladas en público, los hijos condenados a una vida de silencio y miseria, se veían forzados a vivir en los pueblos junto a los vencedores que llevaban cuenta de sus antecedentes en colaboración con la Guardia Civil y el Movimiento. Hace poco, estudiando la represión del maquis en esa misma zona he conocido casos de bodas con personas bien vistas por el régimen, sin excluir siquiera a sus torturadores, de los que se tuvieron que marchar al exilio, o de los que se hicieron de derechas y negaban la “culpa” de sus padres, como aún hacen algunos que entonces eran niños… Como digo, son casos bastante semejantes a los de los conversos del siglo XVI y en medio de un contexto igualmente brutal y más inconcebible en pleno siglo XX; pero no hay dos fenómenos exactamente iguales.
- Desde el punto de vista histórico, ¿se podría explicar el fenómeno político de las adhesiones inquebrantables y los elogios del amor a las patrias, aunque éstas oculten en su fundación y su historia las mayores infamias?
A.P. Aunque en bastantes casos el patriotismo sea refugio de canallas, como decía Johnson, a mi modo de ver no tiene por qué ser un sentimiento infame. Yo mismo soy patriota, o así me considero, si se entiende por tal no la nación –entelequia bastante discutible- sino el país de mis padres y la Constitución que entre todos votamos (yo también, con problemas, pero asumiendo todo lo que se decidió aquel 6 de diciembre, entre otras razones porque puede cambiarse cuando sea oportuno y necesario), pagando mis impuestos y aceptando el principio de que la mayoría tiene siempre el derecho a gobernar, tenga o no la razón, aunque no a silenciar al discrepante. En cuanto a las infamias del pasado, obviamente están ahí, pero de nada sirve renegar de las propias raíces que, por cierto, no son tan falsas ni tan sucias como otras que nos quieren vender como impolutas.
Muchas gracias al doctor Pretel. Gracias por la extensa atención que nos ha dedicado. Y gracias también por haber aceptado responder a unas preguntas que se podrían catalogar como, en algún sentido, comprometidas.
La idea de esta entrevista surgió en la apasionada y apasionante presentación que tuvo lugar en el local de la Librería Popular de Albacete. Luego se completó en varios encuentros casuales posteriores, mediados por las preguntas que desde la redacción de Albacete Cuenta considerábamos de interés. Éste era mostrar cómo el trabajo del análisis histórico puede estar influido por algunas motivaciones vigentes. Y, además, de cómo puede orientar las formas de enfocar los acontecimientos que en cada presente se puedan estar viviendo, darles interés e intensidad a su evolución y a la forma de vivirlos en el ámbito de su tener determinados significados, y de la libertad y de la dignidad humanas.
Nos parece que cumplimos con nuestra tarea al esforzarnos por ofrecer a nuestros lectores y al conjunto de la sociedad unas opiniones fundadas en tan dilatado contacto con los acontecimientos que conforman nuestro presente como concurre en el doctor Pretel. En nombre de esa colectividad también agradecemos desde AC su entusiasmo.
VÍDEO PRESENTACIÓN: http://www.chospab.es/arte/historia/aurelio_pretel/inquisicion_alcaraz.php