Der Begriff des Verräters kommt aus dem ewigen Vorrat kollektiver Repression, gleichgültig welcher Farbe. Das Gesetz verschworener Gemeinschaften ist die Unwiderruflichkeit; darum wärmen Verschwörer gern den mythischen Begriff des Eides auf. Wer anderen Sinnes wird, ist nicht nur ausgestoßen sondern härtesten moralischen Sanktionen ausgesetzt. Der Begriff der Moral erheischt Autonomie, sie wird aber von denen nicht toleriert, die Moral im Munde führen. Wer in Wahrheit Verräter genannt zu werden verdiente, wäre der Frevler an der eigenen Autonomie.
[Band 10: Kulturkritik und Gesellschaft I/II: Dialektische Epilegomena. Theoder W. Adorno: Gesammelte Schriften, S. 8701 (vgl. GS 10.2, S. 0)]
El concepto de traidor procede de las provisiones eternas de la represión colectiva, sea cual fuere su color. La ley de los grupos de conspiradores es la irrevocabilidad; por eso, los conspiradores suelen resucitar el concepto mítico de juramento. Quien piensa de otra manera no será sólo expulsado, sino que además se expondrá a unas sanciones morales durísimas. El concepto de moral exige la autonomía, pero ésta no es tolerada por quienes se llenan la boca hablando de moral. Quien merecería en verdad ser considerado un traidor es quien atenta contra su propia autonomía.
Crítica de la cultura y sociedad II. OC 10/2. Akal. 2009. Pág. 679, nota 1.
Viene la cita anterior a propósito de la carta de Carmena y Errejón del jueves 17 de enero en defensa de la unidad de acción coordinada de la plataforma Más Madrid en los ámbitos del Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid. En ella se reitera la apuesta por una estrategia de transversalidad que se ha venido proponiendo una y otra vez. No es necesario ahora referir la historia, dilatada y extensa, de esa pugna. Ésta opción estratégica siempre ha sido minoritaria. El problema es que las tesis mayoritarias han ido haciendo perder, convocatoria tras convocatoria, en general, apoyo electoral.
No es fácil decidirse por las propuestas antagónicas. Tal vez si hubiera sido mayoritaria la estrategia basada en la transversalidad, también hubiera habido erosión electoral y la situación no sería muy distinta a la que ahora se tiene. Pero el caso es que desde el primer momento la oposición a la tesis de la estrategia de la transversalidad, inicial en el proyecto de Podemos, no ha sido discutida en su contenido concreto cuando su principal valedor fue casi en solitario, dentro del grupo fundador, Errejón. En una determinada circunstancia devino minoritaria, y eso era todo. Nunca se discutió el porqué del cambio, ni se asumieron los no exitosos resultados de su abandono.
Es como si se supiera que era una opción defendible, y por lo tanto se renunciara a la discusión con ella en términos de contenido. Únicamente se exhibieron frente a ella las descalificaciones por oportunismo, ambición personal, y resentimiento. Y así sigue el asunto hasta el día de hoy. Y cada vez más agravado. Cuanto más se ponía en evidencia el desgaste de las opciones opuestas a la transversalidad, más se subía a Errejón al gallinero del Congreso y del organigrama de Podemos. Por el contrario, cuanto más fuera realidad la connivencia oscura de Errejón con el PSOE, más fácilmentese hubieran podido contrarrestar la debilidad de sus argumentos. Aunque ha ocurrido al revés, a mayor contraevidencia, mayor descalificación personal. Ahí es donde opera la extensa cita del principio, que no necesita más comentario.
El episodio no aclara mucho, salvo en la cansina intención de los que se reducen a exhibir sus opiniones, si verdaderamente Errejón está en connivencia con el socioneoliberalismo institucional, o si está corroído por una abyecta e inconfesable ambición de poder personal. Pero sí dice bastante de la estructura hiperjerarquizada y conspiratoria actual de Podemos, que también se ha manifestado en otros acontecimientos.