El vino es considerado un alimento y, por eso, agricultores y bodegas no cesan su actividad en Castilla-La Mancha. Esto pone de manifesto la importancia de su viñedo, con cerca de 500.000 hectáreas en una sola región y un sector del vino, el más importante del mundo, que está funcionando al cien por cien en esta crisis, llegando a aumentar las ventas en la distribución en más de un 20 por ciento, en el mes de marzo, comparado con los datos del año pasado y manteniendo el nivel de exportación, a pesar de las dificultades coyunturales por la COVID19 y las impuestas por el Brexit y por los aranceles impuestos de Trump.
Es decir, los compradores siguen retirando el vino de nuestras bodegas a buen ritmo. Y es momento de seguir trabajando, generando más valor y más precio a nuestro vino, ahora que se está consumiendo más en los hogares de toda España y los ciudadanos están apreciando el valor de las botellas de vino de nuestras nueve denominaciones de origen: Valdepeñas, La Mancha, Manchuela, Uclés, Méntrida, Mondéjar, Ribera del Júcar, Almansa y Jumilla. Así como el de nuestros Pagos o vinos de autor.
Han tenido que cerrar los restaurantes, para que la gente descubra el excelente vino de Castilla-La Mancha que ya estaba en los estantes de los lineales de toda España. Un suministro que se ha incrementado debido al aumento de la demanda de los supermercados y tiendas y también a la venta directa online, desde muchas de nuestras bodegas y cooperativas.
En esta comunidad autónoma, el sector agroalimentario representa cerca del 16 por ciento del Producto Interior Bruto, el porcentaje más alto de toda España, en gran parte gracias al esfuerzo de sus cooperativas de vino. Pero no solo es importante el aspecto económico del vino, sino también el ambiental, siendo un cultivo que ejerce de efecto sumidero de CO2 gracias a su extensión. Y, al igual que otros cultivos leñosos mediterráneos, deben tenerse en cuenta también por su papel clave en el mantenimiento de la biodiversidad, la regulación de los flujos de agua e incluso para prevenir incendios forestales.
El consejero de Agricultura de Castilla-La Mancha, Francisco Martínez Arroyo ha explicado estos días el esfuerzo que están realizando desde la Junta para flexibilizar la burocracia y las condiciones para acceder a las ayudas de reestructuración de viñedo, para la promoción de nuestro vino fuera de la Unión Europea, para el acceso a las subvenciones de FOCAL a las bodegas y cooperativas o el aumento del presupuesto regional para seguros agrarios, superando los 5 millones de euros. En tiempo de incertidumbre, la inversión en seguridad es una opción muy acertada.
Y, mientras las destilerías de La Mancha, con epicentro en Tomelloso, una localidad que ha sufrido con mucha intensidad el golpe de esta pandemia, están a tope fabricando alcohol, como base de hidrogeles desinfectantes y vendiéndolo a las empresas que lo comercializan en farmacias, supermercados, gracias a la tramitación de autorizaciones del Gobierno de Castilla-La Mancha. Algo que nunca habían hecho para este fin, puesto que su alcohol era para hacer ginebras, brandy y otros destilados, conseguido a partir de suproductos resultantes de la elaboración de vino.
Ante la tragedia, los agricultores e industriales castellanomanchegos se unen y se apoyan unos a otros, sin tener en cuenta las ideologías. Y eso es lo que tenemos que hacer ahora.