Gracias a Dios, ha ganado la libertad en las elecciones de Madrid. Si usted es todavía de los que no le ven ventajas a esto, aquí le explicamos en qué consiste ser libre.
No hay nada más libre que hacer una transferencia bancaria la primera semana del mes con la mitad de tu sueldo para pagar el alquiler. Aunque, claro, también tienes la posibilidad de vivir en una vivienda social y que, de forma totalmente libre, un fondo buitre te eche de tu casa para hacer negocio. Quedarse sin casa, de un día para otro, te da más tiempo para estar en la calle y poder irte de cañas al más puro estilo madrileño.
Pensemos, por ejemplo, en la libertad de un médico para seguir encadenando contratos eventuales en fraude de ley, o en seguir cobrando 12,80 euros brutos por hora en la primera guardia en día laborable. También sería libre una persona que se ha contagiado de COVID-19 en la Comunidad de Madrid, que puede estar tranquilamente en casa sin que ningún rastreador le moleste para preguntarle cosas tan alejadas del concepto de libertad como con quién o dónde ha estado durante los últimos días.
Más ventajas de ser libre: Madrid es también la comunidad autónoma que menos parte de su gasto sanitario dedica a la atención primaria, o la que menos pediatras tiene por cada 1.000 niños. Como no podía ser de otra manera, también es la región que menos gasta en sanidad en función al PIB. ¿Para qué gastar si más de la mitad de los hospitales son privados? Esto te da la libertad de poder elegir hospital y médico a la carta, pagando a una empresa privada que hace negocio con tu salud, que es tuya y libre, algo totalmente alejado de filosofías totalitarias. Que no es tan caro como se piensan, ojo. Si el 25% de las personas con seguro sanitario privado de España viven en Madrid, por algo será. También son muy libres los madrileños de no tener que tomar medicamentos que vete a saber para qué sirven. Ya antes de la pandemia, en 161.000 hogares de la Comunidad de Madrid se dejó de comprar medicinas o seguir tratamientos por problemas económicos. A esto se le llama libertad para poder vivir sin efectos secundarios.
Y qué me dicen de tener que educar a sus hijos. Que casi la mitad de la educación pública madrileña sea privada o concertada es algo que se ampara en la libertad más absoluta. Porque, ¿quién no quiere vivir en la comunidad que menos gasta en educación si esto solo trae ventajas? Piénsenlo: la región que menos invierte por estudiante, todo para que usted pueda decidir cuánto gasta, de forma privada. Esto no es baladí: uno no se convierte en la comunidad que más dinero cuesta a las familias educar a sus hijos de un día para otro.
No menos importante: sienta el placer emancipador de conducir sin restricciones en la ciudad más contaminada de España, y así, cuando le toque ir andando por la calle, podrá respirar aire contaminado en total libertad. Además, siempre será mejor y más libre «un atasco a las tres de la mañana un sábado» que estar pendiente de un vagón de metro que no circula por las noches.
Esperemos que el resto de comunidades y regiones de España aprendan e importen, de forma urgente, el concepto madrileño de libertad, que los de provincias también tenemos ganas de irnos de cañas.