Vestigios en nuestros pueblos

La primera parte de un repaso a la modernización de nuestros pueblos durante el siglo XX. Por Francisco Javier Carmona, Doctor Ingeniero de Montes

Javier Carmona

Nuestros pueblos se modernizaron en el siglo XX con “los adelantos”. Veamos en esta primera parte la luz, el agua, las carreteras y el teléfono.

Luz

El progreso primero fue tímido. A partir de los años 30 empezó a haber luz eléctrica. Las fábricas de luz se construyeron en los ríos aprovechando antiguos molinos o haciendo canales de derivación para poner minicentrales hidroeléctricas. Esto permitió dejar las velas para las iglesias y quitar el carburo, que apestaba al apagarlo o el peligroso quinqué de petróleo. La electricidad, más segura y continua, salvo cuando “se iba la luz”, entraba en las casas a 125 voltios con cables trenzados y se daba o se quitaba con llaves de la luz (ahora interruptores) .

Al principio se usaba solo para alumbrarse, los electrodomésticos llegaron bastante más tarde. Los pueblos empezaron a tener farolas y por las noches también se veía dónde estaban, a lo lejos. Se podía distinguir cada pueblo por cuántas lucecitas tenía. Cuando se generalizó la tensión de 220 V se multiplicaron las lavadoras con centrifugado y carga lateral (antes era por arriba) los lavavajillas (que sustituyeron a fregar los platos a mano)y los hornos eléctricos que desplazaron a los de gas butano.

Agua

Después de la luz vamos con el agua. A partir de los años 60 “se metió el agua” en los núcleos de población rural, mediante una traída por tubería para conducirla a un depósito del agua de hormigón. Este tenía forma de tronco de pirámide y se ponía en lo alto del pueblo para que el agua bajase por su pie y tuviese presión en los grifos de las casas. Estas obras se acometieron, en muchos casos, por los propios vecinos con la dirección de un ingeniero. Como consecuencia, se cambió la cuadra compartida con las gallinas por el water para hacer las necesidades. Sin duda fue un gran avance, pero se empezó a perder el ahorro que se tenía en el uso de agua al no tener que acarrearla y además a devolverla sucia al río, lo que supuso el principio del fin de las truchas comunes en los ríos serranos por la contaminación de las aguas.

Comunicaciones

Otro tema fueron las comunicaciones, se viajaba por carretera (echando un bocadillo para el camino) para asuntos que requerían nuestra presencia. Las carreteras pasaban por el medio de los pueblos, tenían algún tramo bueno, y los radios de las curvas eran pequeños. Por los puentes, normalmente estrechos, los coches tenían que esperar y pasar de uno en uno..

Las carreteras nacionales tenían los puntos kilométricos marcados con mojones de color rojo, las comarcales verde y las vecinales amarillo.

Lo de llamar por teléfono era una Odisea, primero porque no lo había en todos los sitios, se usaba para las urgencias o para dar los recados, pero hablando poco rato, que los pasos eran caros, sobre todo en las conferencias.

Segundo, tenías que ir a “Correos y Teléfonos” en horario de apertura, pasabas dentro de una cabina y luego la operadora te ponía con el número ya marcado. Luego se fueron poniendo teléfonos particulares, de cuatro números. Eran negros de baquelita y con disco para marcar, pero solo había en algunos comercios y en las casas de gente de dinero.

Las cabinas de monedas de Telefónica, azules, se instalaron después, a finales de los 70 en las plazas de los pueblos creándose otro punto iluminado en la plaza del pueblo.