Ayer tuvo lugar en Albacete la convocatoria de un acto de escucha del proyecto ciudadano Sumar con la intervención de Yolanda Díaz.
Al salir a la calle se encontró con una manifestación de los trabajadores de INGETEAM, de los que escuchó sus reclamaciones salariales, que posteriormente defendió como justas en su intervención.
El local se llenó completamente y todavía quedaron fuera más de doscientas personas a las que desde un banco exterior pidió disculpas y a las que prometió una visita posterior.
El esquema de comunicación hizo justicia al nombre del acto. Previamente a la participación de Yolanda Díaz, intervinieron con diferentes problemáticas de interés general, pero con concreciones locales, José Almendros, Inmaculada Herranz, Juan Blanco, Amparo Cuenca y Flor Serna. En su conjunto formaron una selección representativa de los temas que preocupan a la ciudadanía, que conforman el núcleo de los temas en los que quiere incidir el proyecto de Sumar, y que luego fueron recogidos, temáticamente y como referencias concretas de Albacete y de CLM, en la intervención posterior de Yolanda Díaz.
En el proemio de su intervención destacó las contribuciones de esta tierra en la literatura, en la música y en el cine. Y también señaló la extraordinaria aportación al Derecho del Trabajo del Gabinete Jurídico de CCOO de Albacete, que concretó en el magisterio de la persona de Luis Collado, presente en el acto. Aportación que reconoció como inspiradora de la labor que se ha desarrollado desde su ministerio de Trabajo y Economía Social.
Sumar se presenta como un proyecto nuevo. Acertadamente reclamó una centralidad en lo social equivalente a esa concepción de Albacete como lugar de cruce de caminos y de encuentro, de la que estamos tan orgullosas aquí y que conforma nuestra forma de ser, nuestra manera de mirar el mundo.
Hay una referencia bastante repetida que proviene de La invención de lo cotidiano (1980), de Michel De Certeau, en el que se opone, por una parte, el tiempo accidentado y vivo, de las prácticas metafóricas en los lugares sociales estratificados, a, por otro lado, el imperio de las evidencias de la tecnocracia funcionalista. Y, claro, cuando al final de su discurso Yolanda Díaz se dirige a esa ciudadanía alejada de la política del ruido, con una apuesta de futuro, tejida a muchas manos, a favor de la gente, ecológica, opuesta al fatalismo, a favor del entusiasmo, la alegría, el amor y la esperanza, su adhesión al tiempo vivo es notoria. Pero en ningún momento se desentiende de lo real, de la economía concreta, de lo técnico, cuando opuso a la condena de la gente con la gestión de la crisis anterior, a partir de 2012, con los recortes, con el aumento de la pobreza y de la exclusión, la actuación general del gobierno actual de coalición y de su propio ministerio, no subordinado a otros ministerios, u otros poderes económicos, sino centrado en la mayoría social y en representar a los trabajadores. Como en la gestión de una reforma laboral, en la corrección de la temporalidad de los contratos laborales, en el reconocimiento de las trabajadoras del hogar, en la revalorización de las pensiones, en la subida del SMI, etc. Así como en las propuestas de futuro de congelar hipotecas y precios, en hacer valer de forma real el derecho a la vivienda, y en oponer al oligopolio de la distribución la garantía del precio límite para una determinada cesta de la compra.
Este apresurado resumen pone de manifiesto los aspectos novedosos del proyecto. Así que podemos ver a Sumar como una herramienta de investigación y de transformación política, y como un proceso para construir una forma posible de transversalidad social.
Para la forma de la inclusividad que requiere el carácter transversal del proyecto de Sumar tal vez pueda valer la sugerencia de Verónica Gago en La potencia feminista (2019). Esta opone, a la manida consideración de que para llegar a más gente un movimiento debe moderar y suavizar sus consignas, sus demandas y sus formulaciones, el criterio de componer desde los conflictos concretos una visión general que desafíe la forma neoliberal de organización, que cada vez conlleva más exclusión y mayor sufrimiento. Frente a ella se tiene que adoptar una ética afirmativa que actualice las posibilidades virtuales del presente, como recomienda Rosi Braidotti en El conocimiento posthumano (2020). Y a esa segunda posibilidad es a la que se adhiere mejor Sumar cuando Yolanda Díaz defiende la firmeza no exenta de actitud dialogante que ha mostrado en la resolución de las dificultades afrontadas en su labor de gobierno.
Y que se vaya tomando un camino u otro depende de la múltiple pluralidad de manos que conformen este proyecto y de la perspectiva del trabajo a la larga que se logre desarrollar. Nos promete el entusiasmo, la alegría y la esperanza.