Se está celebrando en Albacete en estos días, 11, 12, 13 y 14 de abril, la 27 edición de la Feria de Artes Escénicas y Musicales de Castilla-La Mancha. Esta semana pudimos asistir a la presentación de tres espectáculos de teatrales. La malcasada de Tumbalobos Teatro, Fardo de Peripecia Teatro, y DoppioZero de Circo Carpa Diem.

Tenemos que hablar de la densidad de la feria, de la cantidad e intensidad de los espectáculos, lo que es muy difícil, porque, claro, estamos en medio de la programación, pero también, sobre todo, por la dificultad de hacerse una idea razonable de lo que hoy se podría entender como teatro.

Los que realmente sabrían lo que es el teatro son aquellos que tienen, o se han impuesto, la obligación de vivir de él, de pagar la hipoteca o el colegio de sus hijos, de la recaudación que les reporte su actividad teatral. Se incluyen también a aquellos que realmente viven de la crítica teatral, o de los que trabajan en organizaciones para definir a quién o qué se contrata, aunque sea como funcionarios. Los demás sólo podemos ser simples usuarios que alguna vez pasamos por allí. O, tal vez, entusiastas felices en su comunión sentimental con las obras, y a los que esta misma cualidad les impide la comprensión cabal del fenómeno.

Lo que queremos señalar ahora es un poco la ambivalencia que se manifiesta en general en la actividad teatral, y especialmente en los festivales como el que estamos comentando. Por una parte, hay fuertes concesiones al imaginario social estabilizado, es decir, los espectáculos tienen que atraer al público, entrar en el conjunto de condiciones que impone la llamada industria cultural, de la que no pueden escapar, y por otra, dejar patente el esfuerzo de atender a las necesidades reales y actuales de los espectadores.

Así en la presentación de La malcasada podemos leer: A nosotros los espectadores, a los que sí tenemos opción de cambiar nuestra vida… ¿Quién nos “escribe”?”. O, más adelante: En nuestra versión, los personajes de Lope tomarán la palabra para confrontar con el público del siglo XXI que asiste a la función.

En la presentación de Fardo: Las máscaras son exploradas como elementos casi mágicos, que parecen hacernos encontrar, bajo el humus de nuestra cultura, la semilla de un imaginario ancestral y vibrante que germina en el cuerpo de los hombres que las transportan y acaban floreciendo en sus cabezas de forma espontánea y sorprendente. Incluso con una recreación entre otras de la famosa imagen de Bergman de la partida de ajedrez con la Muerte en El séptimo sello.

Así como otras referencias a imágenes más o menos reconocidas de los grandes cómicos, pero en relación con los temas y actividades de la vida real. O en la sinopsis de Doppiozero: Acompañado de canciones de los años 50 y voces de la radio, nos prepara un viaje emocional para todos los públicos.

En este caso son la corporalidad y el movimiento el mensaje y la metodología que se proponen desde las convenciones vigentes para transformar y superar los problemas que nos interpelan, que realmente nos atañen.

Unos trabajos escénicos dignos y esforzados, presos en la bipolaridad que les mueve, consecuentes con ella, y que en sus propuestas festivas y alegres nos invitan a seguir en el mantenimiento de nuestras esperanzas y de nuestra alegría.

¡Tenemos que ir más al teatro!