Bodega Torres Filoso, una experiencia enológica memorable

El vino más elegante y las tinajas más impresionantes en España

  • Recientemente hemos visitado la bodega de la familia Torres Filoso, que alberga las tinajas de barro más grandes del mundo, ¡con más de un siglo! En pleno centro de Villarrobledo, el mayor viñedo del mundo, se conservan más de 45 ánforas gigantes.
  • Bodega Torres Filoso refuerza el vínculo emocional con los clientes.
  • Un vino proveniente de una bodega que es un modelo único que combina lujo, cultura e historia y, lo más importante, que no se puede copiar la historia de un pueblo.

Ana Cuevas

Adentrarse en su bodega es como hacer un viaje en el tiempo. Lo primero que sorprende es la paz que transmite el lugar. No te esperas encontrar un sitio así en pleno centro de la ciudad manchega.

Después, cómo lo cuenta Rocío Torres, la cuarta generación de esta bodega, la primera mujer con visibilidad. Reconoce que el reto del relevo generacional en su caso es doble, por su juventud, «no se ven muchas mujeres al frente de bodegas en mi zona».

Y, por último, sus vinos. La cata es espectacular y es que las botellas que descorcha son muy especiales. Un verdadero lujo, que ha permitido mantener el modelo de agricultura familiar, ecológico y muy arraigado a la tierra. Lo mejor es visitarles y comprar sus vinos. Una experiencia enológica inolvidable.

Rodeada de miles de hectáreas de viñedo, de magníficas bodegas, de hombres y mujeres ligados a la tierra, su apuesta desde su juventud, su formación y personalidad ofrecen cualidades únicas a sus vinos.

Elaboran 15 000 botellas al año en una producción muy controlada. Cuatro variedades de vinos tintos: Árboles, Juan José Roble, Juan José Tinaja y Ad Pater Viña Vieja y tres de vinos blancos: Árboles, Burbu Ancestral y Ad Pater Tinaja. Hacen venta directa en la bodega y a restaurantes y también por internet, tanto en España como fuera (Alemania, Polonia, China).

Las tinajas de 8 000 litros, realizadas por cuatro familias artesanas de su pueblo, son un reclamo. Ya no queda casi ninguna.

45 tinajas de barro de más de cien años recuperadas en la antigua bodega familiar, que «se construyó sobre ellas» debido a sus altas dimensiones. «Hace un siglo, no ihubieran podido introducirse de otra manera, en pleno centro de Villarrobledo, muy cerca de su Plaza Vieja y su Ayuntamiento, y ahí siguen sin desmoronarse», nos cuenta orgullosa.

Pueden parecer frágiles por su finura a pesar de sus dimensiones, pero las tinajas de la bodega de Rocío han resistido más de un siglo de historia en Villarrobledo, el mayor viñedo del mundo. No es de extrañar que este lugar albergue también las tinajas más grandes, elaboradas con el barro de una tierra roja con gran componente de hierro.

Un pueblo que no llega a los 30 000 habitantes y que permite disfrutar de una experiencia cultural, gastronómica y de eventos musicales (estos días acogen el Festival Arte Nativo Viña Rock) integrado todo en un circuito de alto impacto, más allá del turismo de sol y playa.

Hay un ambiente de unidad y carácter definido que no hay en ninguna ciudad ni pueblo; tan ligado a la tierra, al barro y al vino tiene el alma Villarrobledo.

La belleza y la pasión por el vino es lo que ofrece la familia Torres Filoso. La antesala de su bodega es un museo del que no han salido nunca sus piezas a exponer. Las visitas tienen que ser con reserva y para grupos muy reducidos lo que da idea del lujo que ofrece la experiencia. El placer del aroma del vino, lleva incluso al bebedor menos experto a deleitarse de la artesanía alfarera del lugar y la oportunidad de explorar un un mundo nuevo en torno a uno de los alimentos insignes de la dieta mediterránea.

El boca a boca y el auge de las experiencias ha hecho que le dedique mucho tiempo, no solo a la producción, elaboración y venta de vino, sino también a las catas y a contar su historia. «Nos ha abierto a nuevos clientes y refuerza la imagen de marca y nuestra historia», asevera Rocío Torres. Instantes de eternidad, de una voz contemporánea, sobre una una verdad ancestral que se conserva en ánforas gigantes hoy vacías.

Un estilo de vida que refuerza el vínculo emocional con los clientes. Un vino proveniente de una bodega que es un modelo único que combina lujo, cultura e historia y, lo más importante, que no se puede copiar su historia en pleno corazón de Villarrobledo.

En definitiva, una visita memorable.

Una bodega con historia

Bodega Torres Filoso inició su andadura en 1921 fundada por su bisabuelo, Juan José Torres, y desde entonces fueron creciendo, hasta hace 15 años, cuando la familia decidió realizar el proceso al revés de lo que sucedía a su alrededor, «de grandes producciones a más pequeñas», explica Rocío.

La bodega se caracteriza por una producción familiar y la búsqueda de métodos ancestrales para la elaboración de sus vinos, que son los más sostenibles. Y es que, si Rocío Torres es la cuarta generación de bodegueros por parte de padre, hay que destacar que es la cuarta generación de viticultores por parte de su madre, Esperanza Caro, la propietaria de las tierras. Tiene 22 hectáreas de variedades tintas (tempranillo, cabernet sauvignon, merlot, syrah, garnacha tintorera) y variedades blancas (moscatel, sauvignon blanc, airén).

La familia tiene claro que «a menos producción, más riqueza de la uva», por lo que realizan vendimia en verde y buscan tierras con más piedra, a diferencia de lo que se venía haciendo en los últimos años. La importancia está en la viña «para obtener una uva magnífica que se diferencie de una uva mediocre».

Han introducido la agricultura regenerativa en el viñedo, lo que ha supuesto una revolución, puesto que en la zona no está muy desarrollada, pero Rocío está convencida de que «va a garantizar un futuro sostenible para todos». No labran, para que aparezcan las cubiertas vegetales, y tienen certificación ecológica. Se nota su formación de veterinaria y su pasión. En un futuro quiere meter ganado para controlar las hierbas. Y ya ha instalado su propio hotel de insectos para favorecer la polinización.

Rocío prefiere hablar de «autenticidad y de calidad» como valores de sus vinos, antes que de lujo. Aunque ella también sabe que lo que más valoran sus clientes es que sean los propios propietarios del viñedo y de la bodega los que les cuenten su historia y no un técnico contratado. Y eso, hoy por hoy, es un lujo. Así como que su madre sea la responsable del campo, en las viñas; su padre, de la elaboración y ella misma directora y responsable de las ventas.


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