Hace unos días vivimos un desencuentro entre nuestra querida Universidad de Castilla-La Mancha y el Gobierno regional. Me parece una auténtica metedura de pata que la Consejería de Educación recorte los fondos destinados a la enseñanza de nuestro hijos. Ya lo hicieron con el recorte brutal de profesores en primaria y secundaria, en la reducción de la inversión en infraestructuras educativas y, ahora, solo les quedaba un ataque desproporcionado a la línea de flotación de nuestra Universidad.
Todo esto viene, primero porque los miembros del gobierno actual de Castilla-La Mancha y sus altos cargos de alrededor son muy pocos los que realizaron sus estudios en Castilla-La Mancha y por ello el desarraigo es mucho mayor, ya que los que la hemos visto nacer -y algunos nos dejamos la piel para su nacimiento- no se nos hubiese ocurrido nunca atacar a este estamento que tanto hace día a día por la educación y el desarrollo de nuestra región.
Recuerdo en los años ochenta, más concretamente entre 1982 y mil 1983, cuando la juventud albaceteña nos tiramos a la calle exigiendo una universidad. Muchos parece que no se acuerdan cuando en Albacete solamente se podía estudiar Magisterio o Enfermería que eran delegaciones de la Universidad de Murcia, y la UNED en aquellas vetustas instalaciones de enfrente del Teatro Circo. Fue en aquellos años donde los estudiantes albaceteños salimos a la calle, convocamos manifestaciones y exigimos una universidad para nuestra región. Hace poco tiempo me facilitaron una entrevista que me realizó mi amigo Eduardo Cantos con motivo de la convocatoria estudiantil para el Informativo Regional de TVE que en aquellos tiempos se realizaba desde Madrid, y ahí se ve la ilusión y las ganas de que tuviésemos la oportunidad de estudiar sin salir de nuestra ciudad. Aquellas manifestaciones fueron un éxito y conseguimos la universidad, y debo reconocer que esta universidad actual no se parece en nada a la que imaginábamos los estudiantes de la época con un jovencísimo profesor de filosofía del Instituto Número 1 “el del Parque” que nos brindó toda su ayuda y apoyo y que luego fue alcalde, Manolo Pérez Castell. Ésta es una maravilla, de organización, pluralidad de estudios, y lo más importante, con nivel académico que nada tiene que envidiar a las consideradas ‘grandes’.
Estos actuales dirigentes -que como decía muchos han salido de las universidades madrileñas- no han mamado desde sus inicios lo que es nuestra universidad. No son conscientes de lo que nos costó y lo que es en la actualidad, para ellos que no estudiaron en ella y que en la mayoría los casos sus hijos no estudian en Castilla-La Mancha, la financiación es un problema menor. Un problema que a mi juicio es grave. A uno se le cae el alma al suelo cuando ve paradas las obras de la Facultad de Farmacia y cuando el rector anuncia recortes por la falta de presupuesto. El problema es que se financian otros proyectos y siempre pagan el pato los mismos: la educación y la sanidad.
La Universidad de Castilla-La Mancha merece contar con las inversiones necesarias y con el apoyo del Gobierno regional como ha sido hasta la actualidad y no la demagogia de ‘politiquillos’ de segunda fila que no saben ni conocen la realidad regional y menos la realidad de nuestra Universidad. ¡Reflexionen y cambien la actitud, ya que está en juego el futuro de la educación de esta región!