Me gustaría celebrar este aniversario echando la vista atrás y volviéndola de nuevo al día de hoy, porque como si tal cosa, se han producido una serie de cambios que a buen seguro ninguno de nosotros esperaría.
Dice la canción que «20 años no es nada» y yo al borde de cumplir los 25, diría que éstos tampoco lo son pero, sin embargo, un año parece ser mucho tiempo… veamos.
Hace poco menos de un año escribía un artículo augurando que la socialdemocracia tenía mucho futuro, pero que debía pasar de estar a la defensiva a proponer alternativas. Evidentemente, el socialismo español no solo no ha propuesto si acaso ciertas pinceladas de alternativas, sino que ha seguido enroscado en su enfermedad endogámica, guiados por el que ya es nuevo fichaje para la próxima temporada de The Walking Dead, Rubalcadáver. Con él a la cabeza el PSOE siguió los pasos tradicionales que hubiese seguido un partido de Gobierno que pasa a la oposición: “renovación” de la ejecutiva y teatrillos de cara a la galería, esta vez llamados Conferencia Política, con nulo debate ideológico y que se basó en el cambio del logo, una puesta en escena una y mil veces vistas, y un Rubalcadáver gritando “el PSOE ha vuelto compañeros” todo ello aderezado con los aplausos enfervorecidos de alguna militancia que, cual zombis, siguen al zombi mayor sin hacerse demasiadas preguntas.
El PSOE no supo leer el momento histórico que le estaba tocando vivir; no supo ver que la democracia representativa está francamente en crisis, dio escasa importancia al movimiento 15M que demandaba y exigía otras formas distintas de participación y el cual, según las encuestas, tenía un alto porcentaje de apoyo entre todos los aspectos ideológicos de la ciudadanía. El PSOE ignoró que, pese a ser un partido de Gobierno, cuando desde el arco conservador se rompe el pacto en lo que a determinación de las funciones sociales de acceso universal se refiere, no se puede tener un discurso tibio o templado. Y de todo ello, el resultado catastrófico de las Elecciones Europeas y la irrupción fulgurante de Podemos.
Ahora, después de dos años perdidos, el PSOE se propone, de prisa y corriendo como todo mal estudiante, cambiar la organización del partido y entregar la soberanía para la elección del Secretario General a toda su militancia, algo que muchos militantes socialistas llevaban reclamando años y a los que se tachaba de locos, ingenuos o desnortados.
Este paso es importante, pero déjenme que piense que los que llevan toda una vida siendo oligarquía del PSOE y no comprendiendo que en política lo que vale no es ser importante sino útil, no vayan a intentar controlar o manejar desde sus posiciones de poder el proceso que deberá escoger al futuro líder del PSOE. Algunos, cayendo en el error en el que cayeron tras las elecciones del 2011, consideran que el cambio de caras, a una nueva, joven, y guapa será suficiente para volver al Gobierno como lo fue con el cambio de Zapatero. Esta mentalidad es absolutamente equivocada y llevará a PSOE, de seguir así, a convertirse en una fuerza política insignificante.
Y como quien no quiere la cosa, de un día para otro pasamos del reinado de Juan Carlos I al de Felipe VI, todo ello sin ningún tipo de consulta al pueblo español y de la forma más acelerada posible para no avivar mucho el debate Monarquía-República, no vaya a ser que a la gente le dé por pensar.
Y así, la ciudad de Albacete vuelve a contar con un equipo en la Liga de Fútbol Profesional, con el brillante ascenso del Albacete Balompié. Por no hablar del temporadón que se han marcado el Albacete Basket o el Club de Rugby Albacete, sin perder de vista que el equipo femenino del Alba puede ascender el próximo 15 de Junio a la Primera División, mis ánimos y felicitaciones para todos ellos.
Aunque quizá lo mejor de que haya pasado un año desde que ‘Albacete Cuenta’ echase a correr es que es un año menos que a Cospedal le queda en Castilla-La Mancha, pucherazos mediante.
Pues sí, 20 años no son nada, pero ¡madre mía, para lo que da uno!
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