Por imperativo del mecanismo europeo de estabilización y para “defensa de la unión monetaria y de las economías de la eurozona”, el 12 de mayo de 2010 el entonces presidente del gobierno socialista de España, José Luis Rodríguez Zapatero compareció en el Congreso de los Diputados para anunciar que su Gobierno había decidido aplicar medidas para: suspender la revalorización de las pensiones, suprimir la retroactividad del pago de prestaciones por dependencia, reducir en 600 millones de euros la ayuda oficial al desarrollo, suprimir la prestación por nacimiento, reducir en 6.045 millones de euros la inversión pública estatal y reducir las retribuciones del personal del sector público en un 5 % de media en 2010 y su congelación en 2011. Es decir, el partido que más había contribuido a nuestro incipiente estado de bienestar, le ponía una bomba en su línea de flotación e iniciaba un proceso de destrucción masiva, que años atrás otro gobierno, en este caso del PP, llevaría hasta el mismo borde de la destrucción del propio Estado, en el que todavía permanecemos.
Pero eso no es todo, porque el 27 de septiembre de 2011, en un tiempo récord y con nocturnidad y alevosía, socialistas y populares acordaron dar el golpe definitivo al estado social y democrático de derecho español con la modificación de Artículo 135 de la Constitución, para garantizar el principio de estabilidad presupuestaria y su consecuencia: imposibilitar a España y a sus comunidades autónomas corregir el enorme retraso de gasto social de nuestro país en relación a su socios de la Unión Europea.
Las consecuencias electorales de estas decisiones fueron demoledoras para el PSOE, hasta el punto de obtener los peores resultados de su historia reciente en unas elecciones legislativas, después de haber cedido la mayoría de los gobiernos de las comunidades autónomas y los ayuntamientos en las Elecciones Municipales y Autonómicas de unos meses antes del 2011.
Sin embargo, esos resultados fueron una consecuencia menor si la comparamos con la conmoción y la desorientación social en la que estaban inmersos los ciudadanos, que se vieron abocados al “suicidio” colectivo que suponía el voto masivo a un PP, que después de una campaña claramente populista, aplicaría dosis de caballo de la misma medicina que criticaba aplicar al PSOE. Todo el poder conseguido por los Populares le daba vía libre para diluir la dosis en el excipiente de su ideología neoliberal en estos tres años, hasta hacerla insoportable para una ciudadanía atónita que no sabe de donde le vendrá la siguiente bofetada.
Es posible que la Unión Europea exigiera al gobierno socialista tomar las medidas antes comentadas pero nunca hubiera podido impedir que junto a ellas, el Presidente Zapatero hubiera disuelto el Parlamento y convocado elecciones, después de explicar a los ciudadanos la cruda realidad en la que nos encontrábamos. ¡Qué horizonte político tan distinto se abriría hoy para este nuestro condolido país!
No emprender ese camino dejó a un PSOE noqueado y sin fuerzas ni discurso para hacer oposición a un gobierno del PP que excusó todas sus ideológicas medidas y recortes, en la herencia recibida del último gobierno de Zapatero, con esa cantinela que todavía tres años después siguen empleando, que los socialistas no han sabido neutralizar en todo este tiempo y que a la vista de las situaciones que se iban creando a lo largo de esta legislatura por el gobierno del PP no parecía muy difícil.
Se trataría de responder a cada acusación de “herencia recibida”, con una respuesta sistemática: ustedes ganaron unas elecciones porque prometieron que acabarían con la crisis que para el PP se llamaba «Rodríguez Zapatero”, y lo que han hecho es empeorarlo todo hasta llegar, en solo tres años, a un país con más paro sin cobertura, con empleos más precarios y salarios más bajos, un país más pobre con una pobreza infantil insoportable casi desconocida en Europa, más endeudado, con menos sanidad y educación públicas, con una juventud sin futuro, con los puentes rotos a la atención a los más débiles y dependientes, con una corrupción insoportable, con un Estado en riesgo de escisión y un Presidente del gobierno que ha mentido al Parlamento y que se inmoviliza ante los problemas, y lo que es mucho peor: nos han llevado a un país mucho más desigual en riesgo de explosión social. ¿A qué herencia se refieren entonces? ¿No vinieron ustedes para corregir los datos nefastos que había dejado Zapatero?
Después de todo esto, que es incontestable porque se basa en evidencias estadísticas, esa falsa euforia del gobierno de Rajoy, haciéndonos creer que todo va mejor, está creando una sensación en la población de estar “gobernados por psicópatas, que ni siquiera sienten el dolor que causan”(Endika Zulueta, dixit), sin empatía con los ciudadanos, y necesitando una esperanza en que todo esto puede cambiar, que sólo puede venir de un Socialismo al ciento por ciento renovado que haga creer a la sociedad que dispone de soluciones y de que no caerá en errores como los comentados más arriba.
Ese PSOE renovado capaz de hacer una oposición leal y eficaz, no sólo lo tiene que ser en las cúpulas más altas en las que ya se ha producido y una nueva ejecutiva comienza ahora su andadura, sino en todas y cada una de las federaciones y agrupaciones Socialistas a cualquier nivel, que se disponen a concurrir a las próximas Elecciones Autonómicas y Municipales, en cuyas candidaturas los ciudadanos no quieren encontrar a los actores directos de esa debilidad opositora que ha llevado al Partido Socialista a la situación de inoperancia, cuando no a la connivencia con los responsables Populares, como ha sucedido en instituciones como nuestra Diputación Provincial en la actual Corporación.
No llegarán muy lejos en la estima de los ciudadanos en los tiempos que corremos, aquellos responsables que no han sabido entender que en ciudades de la importancia de Albacete, sólo hubieran sido creíbles unas primarias abiertas para los candidatos a su alcaldía, ya que era imprescindible ofrecer la evidencia de que los Socialistas han salido por fin de la endogamia perniciosa y el anquilosamiento de sus órganos de gobierno provinciales y locales. Atendiendo a este razonamiento, los afiliados al PSOE local que votarán en la primarias cerradas a la alcaldía de Albacete, tienen en sus manos corregir esos claros errores con su voto.