Dos de los miembros de la organización, que regentaban un locutorio en Villarrobledo, eran los encargados de enviar parte del dinero a la red de captación de mujeres en Paraguay. Uno de ellos, era además agente autorizado de una empresa de envío de dinero, lo cual era aprovechado por la organización. Para realizar los envíos, utilizaban los datos de filiación de las mujeres traficadas, incluso cuando aun estaban en su país de origen.
Según ha informado, la Dirección General de la Policía, las jóvenes, una vez traídas a España, eran obligadas a trabajar en un club de alterne de la provincia conquense, del que no podían salir hasta saldar su deuda y eran sometidas a estrictas medidas de control.
Eran compatriotas de las mujeres viviendo en La Mancha
La organización estaba liderada por un hombre y su pareja sentimental, de nacionalidad paraguaya, que aprovechaba los lazos que mantenía con su país natal para desarrollar una red que se encargaba de captar a mujeres jóvenes en situación de exclusión social o con numerosas cargas familiares en su país.
A las víctimas les convencían de que en España podían ganar mucho dinero fácilmente ejerciendo la prostitución. Cuando las mujeres aceptaban, se les proporcionaba la documentación necesaria para fingir un viaje turístico a España, entregándoles pasaportes y «bolsas de viaje», compuestas de dinero en efectivo, reservas hoteleras y billetes de avión de ida y vuelta. También las aleccionaban sobre cómo actuar durante el viaje y cómo vestir para pasar desapercibidas por los controles fronterizos.
Una vez en España, otros miembros organización se encargaban de recoger a las mujeres en vehículos particulares y trasladarlas hasta el club, donde eran informadas de que la deuda contraída oscilaba entre los 2.500 y 4.500 euros.
La cantidad inicial se incrementaba por el alquiler que tenían que pagar diariamente al club por estar allí alojadas y por las multas que les imponían por incumplir distintas normas.
Mujeres explotadas
Las jóvenes eran obligadas a trabajar todos los días de la semana desde las 16:00 horas hasta el cierre del local y eran amonestadas por la dirección si incumplían sus normas, como retrasarse en la hora de comenzar a trabajar, no trabajar algún día por encontrarse indispuestas o utilizar el teléfono móvil.
Con los ingresos obtenidos, la red realizó obras de remodelación del club de alterne, instaló numerosas cámaras de vigilancia, construyó un elevado muro y colocó rejas en las ventanas de las habitaciones para mantener a las mujeres controladas en todo momento.
Además, las mujeres tenían órdenes de esconderse cuando llegaban efectivos policiales a efectuar los controles pertinentes en materia de extranjería y trabajo, y si no lo hacían eran aleccionadas sobre qué contestar a las preguntas que se les formulasen.
Investigación
La Policía Nacional presentó en 2013 el «Plan Policial contra la trata de seres humanos con fines de explotación sexual».
La operación ha sido llevada a cabo por agentes de la Brigada Central contra la Trata de Seres Humanos de la Comisaría General de Extranjería y Fronteras junto con las Brigadas Provinciales de Extranjería y Fronteras de Cuenca y Albacete y la U.P.R. de Albacete, con la colaboración de la Unidad Especial de Guías Caninos de la Comisaría General de Seguridad Ciudadana y del Grupo Operativo de Intervenciones Técnicas de la División Económica y Técnica y de la Consejería de Interior de España en Paraguay.